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Columnistas

¿Se puede ser feminista y de derecha?

El feminismo y la derecha, una reflexión sobre las feministas libertarias, en la columna mensual de AAHIMEG.
feminista derecha
Por AAIHMEG |Paula Bedin (UNMdP-CONICET-AAIHMEG)

Desde diciembre del año pasado hemos intentado comprender cómo, en un país con leyes como la de Educación Sexual Integral (ESI), la Paridad de género y la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) entre otras, pudo triunfar un frente electoral como es La Libertad Avanza, a la derecha de la derecha y con una agenda en contra de la mayoría de éstas y otras políticas de igualdad de género. Una de las explicaciones es que la figura de Javier Milei logró representar una respuesta negativa o una reacción violenta antifeminista de grandes sectores que se posicionaron en contra de las demandas del movimiento feminista en el contexto del Ni Una Menos y de la Marea Verde. El antifeminismo funciona, desde esta mirada, como un pegamento que une distintas posiciones y sectores dentro de la derecha, y que posibilita su articulación, crecimiento y éxito electoral.


Pero entonces, si caracterizamos a La Libertad Avanza como completamente antifeminista ¿cómo explicamos que legisladoras de esta fuerza se definan con orgullo como feministas? ¿dónde situamos a las jóvenes militantes mileistas que están a favor del aborto y se definen como feministas e “hijas no deseadas del Ni Una Menos”? ¿negamos que sean verdaderamente feministas sin tener en cuenta cómo se identifican? Para responder estas preguntas quizás sea necesario abandonar la dicotomía feminismo/antifeminismo y comenzar a pensar en procesos de convergencia entre las derechas y los feminismos. El contexto actual nos invita a complejizar la mirada y advertir que el feminismo es un campo habitado no sólo por distintos tipos de feminismo sino también que éstos disputan el significado mismo de qué es el feminismo.


Estas disputas no son nuevas como tampoco la articulación o convergencia entre los feminismos y sectores de derecha o conservadores. Ya desde los años ‘90 la Iglesia Católica e intelectuales y grupos conservadores redefinieron estratégicamente sus discursos frente al avance del feminismo. Contrapusieron un feminismo “extremo” o “de género” y promotor de la “ideología de género” frente a un “nuevo feminismo”. Este feminismo nuevo y bueno debía ser impulsado exclusivamente por mujeres y su principal tarea era defender la “dignidad de la condición femenina”, celebrar la complementariedad entre los sexos y demandar políticas que les permitieran armonizar su vida familiar y laboral.

Foto: redes sociales.


Esta misma estrategia de identificación con un tipo específico de feminismo la utilizó en campaña el actual presidente Javier Milei cuando afirmó que se opone a lo que llama un “feminismo 2.0” de base socialista, pero reivindica un primer feminismo de corte liberal. Uno de los intelectuales que más influencia tiene sobre estas ideas del presidente es el politólogo e influencer neoconservador Agustín Laje. En sus libros y conferencias afirma que hay que librar una batalla cultural para combatir la “ideología de género” difundida por el “feminismo radical” pero recupera el feminismo de la primera ola y sus
principales referentes como Mary Wollstonecraft, John Stuart Mill y Olympe de Gouges.


Esto mismo sucede en los discursos de campaña de líderes y candidatas mujeres de distintos espacios de derecha. Por ejemplo, la excandidata a la vicepresidencia por el Frente NOS, Cinthya Hotton, fue una opositora acérrima a todas las políticas ligadas a los derechos sexuales y (no) reproductivos, pero afirmó ser feminista y estar de acuerdo con una verdadera paridad de género en todos los ámbitos. En el mismo sentido, la exvicepresidenta por Cambiemos, Gabriela Michetti, retomó ideas propias de la “ética
del cuidado” para reivindicar los valores de lo femenino como la empatía, la construcción en equipo, el diálogo y los acuerdos. Señaló que la paridad de género debe promover estos valores, pidió perdón por haber votado en contra del “matrimonio igualitario”, pero fue una de las voces oficiales que justificaron fuertes operativos policiales que tuvieron como resultado desapariciones o asesinatos de militantes y
referentes de pueblos originarios.


Dentro de La Libertad Avanza conviven la diputada por CABA, Rebeca Fleitas, que se define como feminista libertaria y que está a favor de mayores derechos laborales para las mujeres, con los discursos más furibundos de la actual vicepresidenta Victoria Villarruel en contra de lo que llama el “feminismo hembrista o supremacista” y del “discurso hegemónico” de los derechos humanos. No obstante, Villarruel reivindica a Cecilia Grierson, Juana Azurduy, Lola Mora, entre otras. Las define como mujeres fuertes, capaces y pioneras. Les atribuye una gran determinación y talento gracias a los cuales se lograron “avances concretos para las mujeres” en “el derecho al voto, el derecho a la educación y la autonomía económica”.

Entonces, ¿podemos caracterizar a estas líderes de derecha como feministas? Aunque quizás nos incomode, la respuesta a esta pregunta es afirmativa. Tener en cuenta esta posibilidad de articulación entre la derecha y el feminismo nos ayuda a comprender los usos de una agenda de igualdad de género, como también de una concepción del feminismo y del género, para legitimar ideas y políticas anti inmigratorias, negacionistas, xenófobas o transexcluyentes.


Además, esta mirada “convergente” nos ayuda no sólo a no culpar implícitamente al feminismo por el crecimiento y triunfo de la extrema derecha, entendida como “reacción” antifeminista, sino más bien a reconocer en algún grado su popularización. Hemos logrado que algunas de nuestras ideas y prácticas se “naturalizaran”, se volvieran parte del status quo, tan profundamente que hasta las extremas derechas se debaten entre integrarlas en alguna medida o pagar altos costos políticos y/o electorales por oponerse a ellas completamente. La adopción del feminismo por parte de la derecha ya sea estratégicamente para humanizar sus discursos o para contener identidades políticas contrapuestas al interior de sus fuerzas, no implica necesariamente un fracaso del feminismo. Por el contrario, podría estar indicando, paradójicamente, su éxito en un contexto de derrota política.

Foto portada: France24. Un grupo de mujeres con cartel "Feministas con Milei" ambulante durante el acto final de campaña del congresista argentino y candidato presidencial por Alianza Avanza La Libertad, Javier Milei, en la ciudad de Córdoba, Argentina, el 16 de noviembre de 2023. © DIEGO LIMA / AFP

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