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Mundo

Lo que quedó de un debate histórico

Trump Biden Supermartes

El análisis del debate entre Joe Biden y Donald Trump generó una tormenta política electoral sin precedentes en Estados Unidos. Si bien nadie puede sorprenderse demasiado por la performance de Biden, la comprobación de su falta de lucidez para contestar preguntas y debatir coherentemente provocó una crisis en el partido demócrata que deberá, más temprano que tarde, tomar una drástica decisión: si forzar a no al actual presidente a renunciar a su candidatura. Queda poco tiempo y es muy difícil medir el impacto electoral de cualquiera de las dos decisiones.

La situación parece haberlos tomado por sorpresa a pesar de que en el debate pasó lo que todos pensaban que iba a pasar. Biden ya viene dando señales, cada vez más preocupantes, de su endeblez para sostener discursos públicamente, cada vez más llenos de dudas y confusiones, y enfrentar a un Trump al que cada vez le importa menos mentir y agredir. Nada parecía que podía salir bien para los demócratas. Y nada salió bien. Y si la apuesta fue a todo o nada habría que pensar que ya tienen preparado un plan B.

Las alternativas del partido Demócrata

Una eventual renuncia de Biden a la posibilidad de ser reelecto es un problema para los demócratas que ya vienen golpeados por los números de las encuestas a nivel nacional y también la que se hacen en los estados que definen la elección. Todas mostraban aun antes del debate un panorama muy favorable a Trump. Las dudas sobre la capacidad de Biden para seguir gobernando a Estados Unidos por cuatro años están muy instaladas en el electorado desde hace mucho.

Cambiar el candidato, que encima es presidente, a cinco meses de las elecciones significará el reconocimiento por parte del partido demócrata de un gravísimo error porque fueron muchas las voces que venían advirtiendo que Biden no estaba preparado para afrontar otro mandato y que había que forzar un proceso para cambiar la candidatura. Se entiende también la insistencia en mantenerlo: los números de su gestión económica son más que aceptables y ya le ganó una elección a Trump. Nadie entre los demócratas pone en duda su historia política sino su presente que ayer quedó expuesto ante el mundo de la peor manera.

Solo el propio Biden puede decidir bajarse de la carrera presidencial. El partido debe consagrarlo candidato. No tiene opción porque todos los estados ya celebraron sus primarias presidenciales. Las reglas demócratas exigen que los delegados que ganó Biden sigan obligados a apoyarlo en la próxima convención nacional del partido a menos que él anuncie que abandonará la carrera. No hacerlo sería una traición al voto popular.

Si bien no aparece a simple vista en el firmamento demócrata una figura que despierte entusiasmo quizás en la oportunidad de encontrar a algún candidato puedan estar depositadas las últimas y mínimas esperanzas: debería ser una figura que, perdido por perdido, se ponga al hombro la candidatura y entre a jugar competitivamente con Trump. Algunos de los que podrían anotarse son el Gobernador de California, Gavin Newsom, la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, el gobernador de Illinois, J. B. Pritzker, y el representante de California Ro Khanna.

También suena la vice Kamala Harris quien, si bien es la compañera de fórmula de Biden, no tendría prioridad para reemplazarlo. Si Biden opta por abandonar la posibilidad de reelegir, Harris deberá presionar e intentar convencer a los delegados de los estados en la convención para obtener su apoyo. Cabe recordar que en las primeras solo se elige candidato a presidente, es decir, la gente no la eligió a ella ni siquiera como vice.

Trump, con el camino allanado

Así las cosas, el camino de Trump hacia la Casa Blanca parece hoy más despejado de lo que estaba antes del debate. Ayer solo necesitaba dejarlo hablar a Biden, que se expusiera solo ante el público y esperar la oportunidad para golpear. Así lo hizo: “Realmente no sé lo que dijo al final de esa frase. Creo que él tampoco sabe lo que dijo”, se burló el candidato republicano después de un mensaje confuso de Biden. Trump también mintió mucho y llevó sus respuestas a donde quiso. Buscó mostrarse seguro y eficaz. Lo logró.

Por la performance de Biden y por el impacto político electoral que generó, quedó en un segundo plano el contenido del debate. A nadie le importa qué dijo cada uno sobre inmigración, política exterior y economía. Tampoco sobre el aborto y el asalto al capitolio. Biden sí pudo instalar la deriva judicial de Trump al que llamó “delincuente convicto”. De todos modos, hoy nadie habla de eso.

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