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Sociedad

¿Gurúes o estafadores digitales? Quiénes son y cómo operan los herederos de Cositorto que prometen hacerte rico

Mauro Stendel - Cositorto

Parece simple. Solamente tenés que cambiar el chip, animarte. Y si no lo crées es porque “tenés la mentalidad podrida del latinoamericano promedio”. ¿No querés vivir en Dubai, manejar un Lambo y ganar desde 10K por mes? ¿Para qué hacer una carrera y dedicar ocho horas diarias a un laburo gris, por un salario pobre y constantemente devaluado? Lo que te hace falta es salir de la matrix, liberarte, empezar a ganar. ¿Cómo? Pagando un curso de entre 500 y 3.000 dólares que vas a terminar vendiendo a otras personas, las que a su vez después van a vender el mismo curso para que otros aprendan a vender el curso…

Ya decía Leonardo Cositorto que no teníamos por qué aceptar la vida de empleados de limitado poder adquisitivo que se nos planteó siempre, y que la libertad estaba más cerca de lo que creíamos. El “vendedor de ilusiones” está preso a la espera de un juicio por estafas, pero la esencia de su promesa sigue corriendo por las calles y ahora, sobre todo, por las redes. Liberación, una vida diferente, la posibilidad altamente tentadora de no tener que preocuparte nunca más por llegar a fin de mes y, más aún, ganancias de sobra para alcanzar el muy razonable anhelo de viajar, tener una casa o un auto propio. Algo casi imposible para muchos de nosotros.

Las cuentas no dejan de aparecer. Creés ver a la misma persona diez, cien, mil veces, pero son todos pibes diferentes desde cuentas diferentes que van desde los escasos 50 a los cientos de miles de seguidores. Basta con haber entrado al perfil de uno para que los anuncios tirándote la posta para hacerte millonario te lluevan en cascada en el feed, o entre una story y la otra. Las preguntas surgen enseguida: ¿Quiénes son? ¿Realmente ganan las cifras que dicen y mantienen el estilo de vida que muestran? ¿Alguno de sus convocados gana algo? ¿Qué hacen exactamente?

Ser o parecer

El licenciado en sistemas y periodista Maximiliano Firtman no le pone muchas vueltas a la respuesta. “Si bien puede haber alguno que gane o alguno que sea verdad que esté en Dubai (como muestran), en general es todo mentira o todo muy exagerado. En muchos casos, simplemente toman préstamos de conocidos para para mostrar lujos, para para tomarse un avión a Dubai, alquilarse un Lamborghini por un día y grabar un montón de videos que después los van pasando durante el mes”.

Mostrar es clave, aunque hablar de marca personal suena mejor. “El mejor sistema de marketing que existe es aquel que atrae a tus potenciales clientes sin tener que ir a buscarlos. Y esto es lo que hace una marca personal”, explican los administradores de “Club de Negocios”, una ¿comunidad? que te vende un curso de casi 500 dólares para crearte tu propia marca personal en redes de forma tal “que escupa dinero” casi al instante. En el sitio, su creador, Ramiro Cubría, se presenta como un joven de 23 años que en menos de un año facturó 450 mil dólares gracias a sus “negocios en línea”.

Con palabras simples y no sin alguna falta de ortografía, el influencer expresa el desprecio por la vida académica-laboral promedio que lo llevó a crear su “negocio”: “De repente me encontré que iba de 3 a 6 horas por día a escuchar a un gordo pelado pelo gris, que claramente tenía cara de odiar su vida, a hablarme de cómo administrar una empresa cuando en su puta vida habia administrado una empresa en su vida (sic). Los profes llegaban a la facultad en un auto viejo hecho mierda. Estaban en pésima condición física, y se los notaba a todos muy deteriorados”.

Como en tres o cuatro meses va a estar ahí, ¿Qué le preocupa sacar un préstamo ahora para mostrar un lujo que hoy no tiene?

En su proceso de investigación de esta masa de Cositortos de última generación, Firtman habló con varios de ellos y con sus allegados. “Me contó un familiar sobre un chico que está pidiendo préstamos para mostrar lujo, y cuando él le preguntó ‘¿pero no te parece que estás mintiendo?’ le dijo que no, que el coach le dijo que en tres meses él va a estar con un condo y un Lambo. El condo es un condominio en Miami y el Lambo es un Lamborghini. Entonces, como en tres o cuatro meses va a estar ahí, ¿Qué le preocupa sacar un préstamo ahora para mostrar un lujo que hoy no tiene?”. Parecer para ser: primero aparentamos, después vemos.

Uno de los primeros en vender ilusiones en un plano puramente digital en Argentina fue Mauro Stendel con su “Nueva Universidad de Magnates”. El influencer que el año pasado mandó un cargamento de palas al Congreso ofrece un curso que, básicamente, enseña a vender productos en Amazon FBA. Un negocio que, en palabras de Firtman, “puede andar”, pero “no te va a hacer millonario”. Sus palabras son un golpe de realismo para quienes siguen a Stendel, que se le pasa prometiendo que va a crear “10 mil millonarios” y que de crearse una marca personal parece saber mucho.

Mauro Stendel (Cositorto)

Él cuenta que es millonario, que llegó a Estados Unidos con 50 dólares, que participó del ejército de Israel. Toda esa información la vas a encontrar en los medios, como parte de notas que él pagó (las llamadas “publinotas”). Entonces ni siquiera sabemos si eso es verdad, o sea, él pagó para poner esa nota y a partir de ahí apalancarse en esa imagen, que puede ser todo falso, para vender esto”, sostiene Maximiliano.

Leonardo Cositorto también recurría a la prensa para crearse una imagen confiable. “A cada noticia que yo sacaba acá en un diario, como él le decía, ‘pedorro’, él iba Clarín y compraba una página de forma tal que no le llamaban ‘espacios contratados’ sino que ponían ‘la agencia tal para Clarín’. Y el tipo iba al living de Canosa, y Viviana le decía ‘escucharte es maravilloso, sos el futuro’, y yo acá, solo, como un tarado”, recuerda riendo Sergio Vaudagnotto, periodista de El Diario de Villa María cuyo testimonio puede oírse en el reciente documental sobre Generación Zoe.

El líder de Generación Zoe aparentaba invertir en negocios de todo tipo y tampoco faltaban los viajes. “El tipo se fue a Dubai y andaba en una camioneta descomunal, y tuiteaba ‘Acá, rumbo a nuestras minas de oro en Salta’. Yo llamé al Ministerio de Economía en Salta y no había ninguna mina de oro explotada en funcionamiento, así que después dijo que estaban en San Juan. La Subsecretaría de Minería (sanjuanina) me dijo que ninguna estaba a nombre de Cositorto”, reconstruye Vaudagnotto en conversación con este medio.

Pero, ¿De qué es exactamente el curso que ofrecen los nuevos gurúes?

Agustín Nievas, uno de los influencers más populares de nuestro país en este ámbito, vende al igual que sus pares la ilusión de vivir una vida de lujos y toca una fibra sensible para muchos al prometer que podrás “ayudar a tu familia”. En uno de sus lanzamientos más recientes, si le respondés una historia concreta te da acceso a un video de 40 minutos al cabo del cual anuncia su nuevo curso de “mini growing”, lo último en “infoproductos” y la llave del éxito. Sale 1.500 dólares en un pago, y “apurate porque los cupos vuelan”.

Si lo cursás, promete, podrás crear tu propia “agencia de infoproductos”, un emprendimiento consistente en vender “equipo de marketing y estrategias” a otros a cambio de entre 1.000 y 5.000 dólares más un alto porcentaje de sus ventas. La nota emotiva la da la posibilidad de “ayudar a otros”: “El éxito no solamente te llega a vos, y me llega a lo que yo enseño y que te voy a enseñar a vos con este programa, sino que repercute en toda la gente que vos ayudás a ayudar a la gente que ellos ayudan. Es toda una cadena donde vos le cambiás la vida a tu cliente y tu cliente le cambia la vida a todos sus otros clientes”. ¿Eh?

Hay un montón de nombres en inglés que todos suenan a algo nuevo y en el fondo hay una actividad real, pero es una actividad que no te hace millonario.

Lo que están vendiendo todos es un curso para ser como ellos”, traduce Firtman. “Le cambian el nombre, y siempre atrás le ponen algo que existe, por ejemplo ‘edición de video para Instagram’; ‘appointment setter’, que es simplemente alguien que que logra conseguir una cita con un vendedor; ‘closer’, que es un vendedor; o ‘trafficker’, que es el que pone pone publicidad en Instagram o en Google para llevar tráfico a una cuenta. O sea, hay un montón de nombres en inglés que todos suenan a algo nuevo y en el fondo hay una actividad real, pero es una actividad que no te hace millonario. Es un oficio como cualquier otro, que está bien aprenderlo, pero los oficios no cuestan entre 500 y 3000 dólares”. 

Agustín Nievas (herederos de Cositorto)
Agustín Nievas.

Entonces, sigue el periodista, “lo que te enseñan es a armar tu marca personal, a hacerte el millonario aunque no lo seas, porque te dicen que es parte del argumento de venta, y después a vender un curso”. Terminado el curso, hay dos opciones: o vendés el mismo curso de tu “coach” por comisión, para “ganar experiencia”, o, “si te da la cara”, te ponés vos mismo con una cámara a vender y a hacer lo mismo que hizo tu gurú. De ahí las miles de cuentas iguales, haciendo lo mismo, mostrando lo mismo, prometiendo lo mismo.

Para venderte en redes “ellos te dan el contenido, y ahí viene una de las patas fundamentales de esto: estos cursos que se venden incluyen una licencia que se llama MRR (Master Resell Rights o derechos de reventa), que no es solo para revender el curso, sino que vos lo podés revender con tu nombre y con tu cara como que lo hiciste vos. Por eso es que todos se parecen: porque todos en el fondo son el mismo curso”, detalla Maximiliano.

Si no podés pagar, mejor

¿Qué pasa si no me alcanza para pagar una formación milagrosa? “Algunos dicen ‘si no tenés plata para pagar esto, sos la persona ideal para hacer este curso’ ¿Por qué? Porque ellos buscan a las personas más vulnerables y les dicen ‘a lo mejor no tenés 500 mil pesos para pagarlo, pero podés conseguir 10 personas que te presten 50.000 cada una, porque total en tres meses vas a poder devolver con intereses por la plata que vas a hacer’”, explica el periodista.

Ellos lo llaman embudo. Empiezan con una publicidad masiva que llegaba a alrededor de 200.000 personas, a eso siguen pasos como sumarte a un grupo de WhatsApp, “regalarte” una clase gratuita en YouTube en la que no se dice mucho, y que generalmente es larga a propósito, hasta que finalmente se quedan con unos 500 aprendices. “El sistema está armado para que solo lleguen las personas más vulnerables, las que ya son más proclives a ser engañadas”, profundiza Maximiliano.

Si el sistema está inteligentemente diseñado, el contexto socioeconómico acompaña. El auge de la economía financiera y las inversiones al alcance de la mano a través de las apps y las criptomonedas  contribuyen a un clima que, a la precariedad y las dificultades para tener un ingreso digno, contraponen el imperativo de “poner a trabajar la plata”. “Es estar buscando todo el tiempo el beneficio, porque si no sos el boludo o la boluda que no está poniendo la plata donde hay que ponerla y que no va a tener la Ferrari”, resume Lucía Espiñeira, economista del grupo Ecofeminita.

Nos estamos enfrentando a algo muy peligroso, que es el vender soluciones rápidas para problemas complejos.

Si hay algo que reconocerles a los cositortos de ayer y de hoy es el entendimiento de ese contexto. “Son respuestas a un sistema que nos está fallando hace mucho. Si vos lo ves a Cositorto con Generación Zoe, por ejemplo, él hablaba de que este sistema tiene que cambiar y en ese punto podemos estar de acuerdo en el diagnóstico, pensando en que la gente está incómoda, que no le alcanza su sueldo para vivir bien o que no puede realizar ciertos sueños básicos como tener su casa propia, como tener su auto, como poder hacer algún tipo de viaje".

"Cuando viene alguien y te promete que lo vas a poder hacer con dos clics acá y allá, con un curso de coaching o lo que sea, nos estamos enfrentando a algo muy peligroso, que es el vender soluciones rápidas para problemas complejos”, sintetiza Espiñeira. 

Como Cositorto, pero más sofisticado

¿Se puede decir que lo que ofrecen estos influencers financieros es, en realidad, un modelo piramidal? “Existe una una pirámide, vas a ver que muchos te dicen quién es su mentor, te nombran al que está arriba de ellos, o al que está abajo, pero no es una pirámide clásica en donde el de arriba termina cobrando por los niveles de abajo”. Es menos directo, argumenta Firtman. 

Otra de las diferencias principales con el esquema Ponzi tradicional, apunta el periodista, es que caer en este modelo “es más fácil y más rápido porque lo hacés desde tu casa, no tenés que verle la cara a nadie, y aparte caen más jóvenes. Antes eran gente más grande, ahora quizás tu primera experiencia en el mundo laboral es estafar gente”. Una reinvención. Cae una modalidad de estafa, surge otra. Y, al parecer, los nuevos cositortos aprenden de los errores del pasado.

“El tema legal está tan fino, tan bien pensado, que es penalmente difícil encasillarlo porque bueno, te vendió un curso. Si el curso no te gustó, a lo mejor no te gusta el profesor, pero no es que no se te dio el curso. Al no ser una inversión como sí eran las estafas Ponzi -como ser Generación Zoe- siempre es más difícil. Está pensado a propósito”, completa Maximiliano. Además, casi nadie denuncia haber sido estafado porque el propio discurso apunta a que, si no te fue bien, perfectamente puede ser porque no te esforzaste lo suficiente.

Al borde del colapso

Para Firtman, la etapa de los gurúes financieros digitales está llegando a su fin. “Llegamos al momento donde la base de la pirámide ya está muy grande y usualmente se empieza a caer”. Algo como lo que empezó a pasar con Zoe cuando el caso tomó amplia difusión y el humor y la ridiculización aparecieron como señal de una pérdida de credibilidad. En este punto, los influencers empiezan a competir entre ellos: “Cada uno está buscando cómo diferenciarse de los otros para responder a esta ola de que estamos nosotros diciendo que esto es una estafa”.

“Lo mejor que puede pasar es que sigamos hablando de esto y que la gente esté más alerta, que ante el primer comentario de algún familiar al respecto le digan ‘ojo que esto es una estafa’. Esa conversación temprana puede hacer que funcione, porque una vez que ya estás metido adentro está más difícil salir. Son teorías sectarias y usan técnicas coercitivas, por eso cuando alguien está adentro cuesta convencerlo de que se trata de una estafa”, finaliza Firtman.

Son teorías sectarias y usan técnicas coercitivas, por eso cuando alguien está adentro cuesta convencerlo de que se trata de una estafa.

Sergio Vaudagnotto vio morir a Generación Zoe y, casi de inmediato, vio nacer un montón de nuevos engaños similares. Lejos de cansarse, renueva su compromiso: “Creo que tenemos que hacer nuestro laburo para que la sociedad sea cada vez un poco mejor, y estos tipos evidentemente van en contra de una sociedad con valores y principios". Sin embargo, reconoce que "es muy difícil que nosotros podamos hacer tareas que en otra época hacía el Estado, que antes tenía herramientas para formar el pensamiento de los ciudadanos".

Además de la educación, continúa el periodista, el Estado “tenía instituciones con las que podés estar de acuerdo o no, pero tenía herramientas para formar el pensamiento de los ciudadanos". Hoy, contrasta, "Meta y Google son estados en sí mismos, tienen presupuestos mayores a los del Estado y ellos forman la mentalidad del individuo”. Intentando responder a qué puede hacer un periodista como él en una situación así, recuerda una creación de Quino. “Mirá, hay una tira donde Mafalda dice que una una pulga no puede frenar una locomotora, pero por lo menos le puede hacer una roncha muy grande al maquinista”. 

Nos han llevado a creer que la felicidad está en el dinero.

“Nos han llevado a creer que la felicidad está en el dinero y no en la felicidad del otro, digamos. Yo soy feliz si mis hijos son felices y mis amigos son felices, pero bueno, hay todo un discurso que dice que la felicidad pasa por otro lado”, redondea Sergio, y reflexiona: “Hay otras formas de vivir en sociedad y (más allá del dinero) hay otras otras cuestiones que te pueden hacer feliz también. ¿No?”. 

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