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Política

Sólo malas noticias para Israel

A siete meses de sufrir el ataque más letal en su historia, Israel solo recibe malas noticias. Primero fueron las presiones de sus aliados, sobre todo de Estados Unidos, para que modere sus operaciones contra Hamas en el sur de la Franja de Gaza, más precisamente en la ciudad de Rafah, para evitar la muerte de los civiles que se trasladaron allí al inicio de la guerra.

Biden no quiere que las imágenes de Gaza le sigan perjudicando en su complicada disputa electoral con Trump. Al marcarle límites a su ofensiva final en esta larga guerra, ata de pies y manos al gobierno de Bibi Netanyahu para hacer lo que esta convencido que tiene que hacer para terminar con Hamas: entrar (en serio) a Rafah.

A esto hay que sumarle que hace pocos días llegó una noticia que Israel y Estados Unidos temían. Vino desde La Haya, sede de la Corte Penal Internacional. El fiscal jefe Karim Khan solicitó a los jueces que emitan órdenes de captura internacional para Bibi y su ministro de defensa, Gallant. Dice que lo hace porque tiene “motivos razonables para creer” que ambos son “penalmente responsables” de crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza. También hizo lo propio con la cúpula de Hamas.

Las consecuencias para Israel son graves más allá que no es miembro de la CPI. El principal argumento israelí para rechazar esta decisión, acompañado también por el gobierno de Biden, es que se equipara el accionar de una democracia plena como la israelí para responder una matanza de civiles en su propio territorio con un grupo terrorista como Hamas que no solo desde que existe llama a matar judíos explícitamente, sino que lo hizo el 7 de octubre con una crueldad pocas veces vista.

Si bien hasta hace muy poco fue hostigada por el mismísimo Bibi, hay consenso internacional de que si algo funciona bien en Israel es la justicia. Es la que sanciona los excesos, crímenes o violaciones de derechos humanos que las autoridades políticas y militares israelíes puedan cometer. ¿Para qué entrometerse entonces de esta manera y dejar expuesto a Israel mientras atraviesa uno de los peores traumas de su historia?

Hay que esperar la autorización de los jueces de la CPI, que disponen de varios meses para pronunciarse, para que se emitan las órdenes de arresto. Pero el solo pedido de Kahn tiene consecuencias inmediatas sobre Israel: no solo lo aísla aún más a nivel internacional, sino que complica el apoyo de sus aliados, que sufrirán más presiones internas en sus países para cortar el apoyo político y militar a ese país. Biden sabe bien de qué se trata eso: el ala progresista de los demócratas ahora tiene una nueva carta para presionar a su gobierno para que se aleje de Bibi.

Desde Europa vino otro golpe político, también esperado, si se tiene en cuenta quienes lo protagonizaron. España, Irlanda y Noruega anunciaron que reconocerán al Estado palestino. Son países, sobre todo los dos primeros, que siempre están en la primera fila para criticar las políticas de los israelíes en relación con los palestinos. Justifican está decisión en que creen que permitirá abrir un camino hacia la paz y la seguridad tanto para los israelíes como para los palestinos. Para Israel solo se trata de premiar los crímenes cometidos por un grupo terrorista el 7 de octubre.

Aunque la operación militar en Gaza logró eliminar varios batallones de Hamas y dañó fuertemente su infraestructura terrorista, Bibi Netanyahu parece que no podrá cumplir ninguno de los objetivos que se propuso horas después de la masacre de Hamas: la victoria total y definitiva sobre ese grupo terrorista para que nunca más sea una amenaza para Israel, y recuperar a los secuestrados.

Seguramente aprovechará esta inoportuna y poco rigurosa embestida diplomática (la de la CPI y la de los países que reconocerán al Estado palestino) para intentar reconstruir un poco de respaldo político interno. Lo perdió casi todo el 7 de octubre.

Buscará aprovechar que la sociedad israelí también se muestra indignada por la falta de empatía de gran parte mundo.  De todos modos, es probable que Bibi no pueda retrasar demasiado lo que parece inevitable: su salida del poder por su responsabilidad política en la cadena de errores inadmisbles que permitieron los crímenes cometidos por Hamas, la peor matanza de judíos en un día desde el Holocausto.

Como si fuesen pocas las novedades en la región, el fallecimiento del presidente iraní en un accidente de helicóptero sumó incertidumbre. Ahora, la teocracia iraní apura los tiempos para dejar claro que la muerte del presidente Ebrahim Raisi no dejó un vacío de poder y que nada cambiará. Por eso ya convocó a elecciones para el 28 de junio. No es el mejor momento para dudar. Irán abrió hace menos de un mes un frente directo y abierto con Israel por primera vez en la historia. No le resultó suficiente con seguir hostigando a ese país a través de sus socios como Hamas o Hezbolá.

Los candidatos los definirá el Consejo de Guardianes, los dueños del destino de millones de iraníes. Seguramente dejarán correr a algunos candidatos más reformistas o moderados para guardar las formas. Quizás alguno de ellos se transforme en la esperanza de los muchos que en Irán sueñan con algún cambio o alguna flexibilidad en la aplicación de la ley religiosa estricta. Las manifestaciones del año pasado, encabezadas por las mujeres tras la represión asesina de los “comisarios” religiosos del régimen, revelaron que las tensiones internas en el país crecen y que hay gente con capacidad de movilización que puede llamar la atención mundial.

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