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Mundo

El senador que apoya el fin del Senado en Chile

Senado

Por Carlos Fuentealba V.

“La insatisfacción de las democracias, donde la gente se termina enojando con la política, debería obligarnos a replantear a todos la necesidad de repensar nuestra ingeniería institucional por una donde se invista de poder a las instituciones, éstas o las que haya que crear”, planteó la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner durante su último discurso ante la Asamblea Eurolat. La radicalidad de su discurso pasó inadvertida frente al culebrón bizantino sobre quién tiene el poder en el gobierno.

Por esos días, sin embargo, del otro lado de la cordillera sus palabras tuvieron un correlato concreto: con más de dos tercios de los votos, la constituyente chilena aprobó una nueva “ingeniería institucional” pensando en el nuevo período. Entre otras medidas, determinó que el poder legislativo adopte la forma de un “bicameralismo asimétrico”, que pondrá fin al Senado y lo reemplazará por una Cámara de las Regiones, cuya función sería desconcentrar el poder.

Como era de esperar, la medida generó escándalo y alarma en la oposición, en los medios de comunicación y, especialmente, en el propio Senado, donde sus miembros abogaron por los más de 200 años de existencia de la institución.

Entre ellos, sin embargo, el oficialista Juan Ignacio Latorre se restó del escándalo y desdramatizó la medida, haciéndose carne de una de las promesas que Gabriel Boric hizo durante su campaña: “Terminar el mandato con menos poder del que tenía cuando empezó”.

Desde Chile, Latorre conversó con Diario Con Vos para explicarnos hacia dónde está avanzando el país vecino en su camino de deconstrucción del pinochetismo.

-Explíquenos la idea de ponerle fin al Senado, senador ¿Está a favor?

-Yo estoy a favor del nuevo sistema. Soy uno de los pocos senadores que lo está, porque hay una defensa corporativa muy importante, transversal en la institución. Pero esto no es nuevo ni lo sacamos como sorpresa. Lo veníamos discutiendo y planteando al país hace mucho tiempo. Como Frente Amplio, estuvo en el programa de la candidatura presidencial de Beatriz Sánchez en 2017, cuando yo fui electo Senador. Entonces proponíamos una asamblea constituyente y uno de los contenidos que planteábamos para impulsar con esa asamblea era el unicameralismo. Muchos nos inclinábamos entonces para virar hacia un parlamentarismo. En la convención constitucional, sin embargo, que es soberana e independiente, ni el unicameralismo, ni el parlamentarismo lograron concitar un acuerdo de dos tercios en la convención, por lo que hubo que discutir fórmulas alternativas que se adaptaran a las necesidades de los territorios. Finalmente se llegó a un sistema que atenúa el presidencialismo, que en Chile está demasiado acentuado, y crea un bicameralismo asimétrico: con una Cámara de diputados y diputadas- que será la que tendrá más atribuciones- y una Cámara de las Regiones. El Senado mutará en esta última, que estará en igualdad de representación que la actual, pero sus funciones serán distintas. La idea es que se tienda a desconcentrar el poder que está en Santiago y se le de una agilidad a las instituciones más acorde a nuestros tiempos.

-¿Y el proyecto ya está zanjado?

-Es algo que está pasando. Todo el detalle está en discusión. Se aprobó la arquitectura general y esta semana se discutirá en detalle las atribuciones de estos nuevos organismos.
Está también en discusión desde cuándo se implementa esto. Algunos dicen que debe ser ahora ya, de manera inmediata. Eso implicaría cerrar el Senado y llamar a elecciones en el corto plazo. Y otros dicen que debemos hacer una transición más gradual y dejar que los senadores terminen su período, junto con el gobierno del presidente Boric, que lo hemos caracterizado como un gobierno de transición constitucional. Eso pareciera ser más sensato y concitar mayor acuerdo.

-Se quedaría sin su cargo, entonces. Una apuesta infrecuente en la política...

-Es que en Chile estamos en un momento constituyente. Acá hay que tener una actitud de desprendimiento del poder y el privilegio propio porque uno es incumbente en esto. Uno puede tener su opinión y expresarla públicamente, pero también debe tener una actitud de respeto a la autonomía del proceso constituyente que tiene el mandato del pueblo para hacer esto. Uno tiene que pensar que la nueva constitución va a ser para las próximas décadas, entonces hay que estar dispuesto a ceder, a despojarse de poder y privilegios en virtud de los cambios para el país. Si la Convención determina que el Senado se termina tal cual lo conocemos y eso implica que los actuales senadores tienen que postular a esta cámara de representantes regionales, habrá que hacerlo. Eso es incertidumbre para nosotros, pero somos un grupo pequeño, de élite, no acostumbrado a ceder poder. El bien común, sin embargo, indica que es mejor apoyar el proceso.

Uno tiene que pensar que la nueva constitución va a ser para las próximas décadas, entonces hay que estar dispuesto a ceder, a despojarse de poder y privilegios en virtud de los cambios para el país.

-Se están aprobando muchos artículos que representan un giro de 180 grados a lo que estábamos acostumbrado a escuchar sobre Chile ¿Cómo está viendo el proceso?

-Esta semana se aprobó una norma que para nosotros es histórica: la inapropiabilidad del agua como bien natural común. Además se aprobaron una serie de derechos fundamentales: la seguridad social, la libertad sindical, la negociación colectiva por rama productiva, la vivienda digna, el derecho a huelga, a la salud, a la educación. Esto tiene que ver con el anhelo más profundo de una gran mayoría que se da cuenta que hay que superar la Constitución del 80, que fue impuesta en dictadura con una visión conservadora del mundo, de lo valórico, de la sociedad y del rol del Estado. Pero la matriz ideológica de constitucionalizar el modelo neoliberal en Chile sigue vigente y esto se expresa en temas como el agua, que es para mí uno de los nudos centrales para pensar el mundo de hoy.

En nuestro caso, la Constitución del 80 garantizó los derechos de aprovechamiento de agua privados y luego se dictó el Código de Aguas, sin parlamento, hecho a la medida de los grandes empresarios mineros, agrícolas y forestales. Se pensó el agua como un fin productivo en primer lugar y se garantizó un mercado del agua. Esas son las bases desde las que llegamos hasta la aberración de que hoy tenemos remates de ríos o de aguas subterráneas. Eso es una aberración de modelo que sigue vigente y que se puede ver en el paisaje. Por ejemplo en la región que yo represento, vas por la carretera y ves cerros completamente verdes de monocultivos de paltos, plantados en todas las laderas. Son cultivos de grandes empresas agrícolas que concentran los derechos de agua y dejan secos a los valles, donde la mayoría de la población está con una escasez hídrica dramática. Al punto de que escuelas vecinas de estas grandes empresas han debido cerrar porque no tienen agua. Si a esto le agregamos el contexto de cambio climático del planeta, se vuelve una realidad insostenible. Por eso es tan importante que se consagre el derecho humano al agua: es un tema de supervivencia. La función productiva del agua debe quedar por debajo de su estatus de derecho humano y de su función ecosistémica.

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-En la reciente visita de Estado del presidente Gabriel Boric a Argentina usted formó parte de la delegación que recorrió Buenos Aires diseñando una nueva agenda de cooperación binacional ¿Cómo evalúa todo lo sucedido, ya un poco más en frío?

-Yo valoro muy positivamente la visita. Tuvimos una gran recepción, de los medios nacionales e internacionales. Nosotros lo conversamos mucho en campaña y algunos le sugerimos al presidente que la primera visita fuese a Argentina por el momento de la relación política con un país hermano. Creímos que era importante dar una señal de compromiso, de que queremos cuidar esta relación. Porque sabemos que hay algunas diferencias en algunas materias limítrofes, que se desencadenaron durante el gobierno de Piñera, en medio de la campaña electoral, lo que hizo muy complejo tratarlas. Bueno, nosotros pensamos que esas diferencias había que encapsularlas en la vía diplomática para que siguieran su curso institucional, sin empañar la posibilidad de construir una agenda de cooperación donde hay muchos elementos en los que estamos de acuerdo. Yo estuve allá con la comitiva chilena y pude ver cómo se creaban agendas en temas como el cooperativismo, por ejemplo, en derechos humanos, género y, por supuesto, en la producción empresarial. Creo que fue una muy buena visita; el presidente estuvo muy contento de lo que se vivió ahí y lo que sacó en limpio para reafirmar que Chile es un país cuyo domicilio político es Latinoamérica y que desde allí quiere contribuir a resolver sus problemas. No tenemos la pretensión de tener todas las soluciones, pero sabemos que estas se pueden construir en la medida que tengamos una voz común y un espacio común de construcción.

-Acá se cuestionó bastante al Embajador Rafael Bielsa, haciendo eco de cierta molestia con él del anterior gobierno. Sin embargo usted es bastante cercano a él, ¿No?

-Yo valoro mucho la presencia del Embajador Bielsa en Chile. Lo digo fuera de la pompa que caracteriza al protocolo. Para nosotros es un honor tener a un embajador de esa estatura en Chile. Le tenemos mucho cariño y admiración. Hemos ido construyendo una relación desde la campaña. La primera reunión que tuvimos con una embajada, fue en la Embajada de Argentina con Gabriel como candidato y yo como coordinador de las relaciones internacionales. Fue un almuerzo muy en confianza, largo, donde conversamos muchos temas. Mantuvimos esa relación; lo acompañamos al grupo de amistad y solidaridad con Argentina y su soberanía sobre las Malvinas. Él nos acompañó también en la reciente visita a Buenos Aires. Hay una relación de cierta complicidad política, aunque por supuesto, cada uno en su rol y con respeto a las relaciones internacionales. Y bueno, además es el hermano de uno de los entrenadores más queridos en Chile, como es Marcelo Bielsa.

-Me hablaba recién de Latinoamérica y sus problemas, por lo que no puedo dejar de preguntarle por Venezuela. Esta semana el presidente Alberto Fernández planteó la necesidad de “ayudar a Venezuela” y llamó a los países de la región a recuperar sus lazos diplomáticos con ese país ¿Cómo lo ve usted?

-Nosotros tenemos una visión crítica de la deriva autoritaria del régimen de Maduro que nos ha costado muchos debates. Al mismo tiempo decimos que nos queremos integrar al grupo de contacto y colaborar, con México, Noruega y otros países, para buscar una solución política y democrática. En eso sí estamos todos de acuerdo: la salida no puede ser militar. Entonces estamos disponibles para ayudar en la medida de nuestras posibilidades, también porque nos preocupa muchísimo la migración masiva de 6 millones de personas, que principalmente se han desplazado hacia el Pacífico: Colombia, Perú y Chile. Los venezolanos han atravesado una crisis humanitaria muy profunda que requiere de una cooperación conjunta de todos los países del continente para lograr que no sigan saliendo desde allí y que muchos puedan volver. Para eso, por supuesto que estamos disponibles.