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Sociedad

UPD: ¿Ritual necesario o descontrol violento?

La multitud que salió a la calle cuando la Selección se quedó con la copa América, o la cantidad de gente que se acercó a distintos puntos de la Capital el día que se celebró el cumpleaños de Charly García, son algunas de los ejemplos de las ganas contenidas que tenían las personas de juntarse y festejar después de tanto encierro. Los chicos que están terminando la secundaria no son la excepción. Si bien los festejos del UPD (último primer día) se vienen haciendo desde hace una década, los de este año tienen la particularidad de ser los que inauguran la etapa post pandemia.
Carolina la pasó “increíble” en su UPD. Toda la camada - unos 130 pibes- logró juntarse por fin. Pero, para toda esa gente junta, nadie podía poner su casa para la celebración. Entonces Julieta ofreció las oficinas de su padre, que estaban vacías. Allá fueron, con alcohol y parlantes. “Fue un desastre porque rompimos todo: puertas, ventanas. Nadie sabe cómo pasó. Muchos terminaron vomitando”, recordó. La adolescente, que cursa el último año de la secundaria en el colegio San Andrés de Olivos, en un momento se asustó: uno de sus amigos no reaccionaba, pero después “todo bien”. El chico logró subirse al tren junto a sus amigos para ir al colegio a la mañana postjoda. Carolina concluyó en que ir al colegio en ese estado –mezcla de resaca y sueño– fue “alta experiencia”. Aunque, claro, no entendió nada durante las clases

Fue un desastre porque rompimos todo: puertas, ventanas. Nadie sabe cómo pasó. Muchos terminaron vomitando. (Carolina, del Colegio San Andrés)

El UPD de Vicky fue en 2016 y demandó una gran organización. Tenían que festejar juntas las 15 divisiones que se despedían de sus años en el Carlos Pellegrini. Chicos de 16 y 17 años lograron alquilar un boliche en Palermo sin que medien los adultos (como se estila cuando se contratan espacios para fiestas de egresados) para llevar a cabo el acontecimiento tan esperado. “Mucho alcohol, muchas hormonas”, describió la exalumna y relató que al otro día en el colegio, ella y sus compañeros eran “zombies con anteojos de sol y brillos en la cara”.

Los padres de adolescentes, en una "situación compleja"

Los padres de los alumnos del San Andrés, que no pasaron por el festejo para supervisar –pero contrataron guardias de seguridad– se enojaron mucho cuando supieron los desmanes ocurridos en las oficinas del papá de Julieta. Se enojaron, pero lo hecho, hecho estaba.

El hijo de Florencia, junto a sus compañeros de quinto año de la Escuela ORT, sede Yatay, se reunió en la casa de uno de ellos y después contrataron un micro estilo trencito de la alegría, de ahí se fueron a un boliche en Honduras y Juan B. Justo, desayunaron en un Mc Donald's, hicieron tiempo en el parque Centenario y se fueron al colegio. "Eran 400 pibes dando vueltas por la ciudad- relató la madre, que fue a llevarle la mochila a la puerta de la escuela-. Había olor a alcohol, pero se los veía enteros", aceptó.

Los alumnos de quinto año de la Escuela ORT se reunieron en la casa de uno, después contrataron un micro estilo tren de la alegría, se fueron a un boliche en Palermo, desayunaron en un McDonald's, hicieron tiempo en el parque Centenario y se fueron al colegio.

“Yo lo voy a hacer faltar –dijo la mamá de uno de los chicos de quinto del Jesús en Crespo, Entre Ríos-. No queda nada lindo que vayan en pedo”. En Twitter, cuando una maestra contó su experiencia con chicos completamente borrachos disfrazados de Xuxa en los pasillos del colegio, una madre le respondió que en el colegio de su hijo el director había decidido no pasar falta y que los chicos no vayan a la escuela después del festejo. Pero, ¿la finalidad del UPD no es, justamente, ir a clase igual?

https://youtu.be/Ol6HrMM_AKY

El capítulo de Gente Rota dedicado al UPD, con audios reales.

En este momento histórico, los padres de adolescentes están en una “situación compleja”, analizó el psicólogo Diego Quindimil. “Por un lado, vemos que la calle no es un lugar seguro, entonces tendemos a sobreprotegerlos y, al mismo tiempo, entendemos que son grandes, que tienen casi 18 años. Esta ambivalencia lleva a que, en algunos casos, los padres opten por contratar servicios de seguridad y no involucrarse. Estar allí sería ´arruinarles la fiesta’”. Al respecto, el especialista sugirió trabajar en las familias para no caer en la prohibición y sí poder prevenir para que los festejos sean eso y no un lugar de peligro o de sufrimiento.
La especialista en adolescencia y educación Laura Lewin sumó algunas consideraciones: “Como padres, necesitamos hablar con nuestros hijos acerca de aquellas cosas que son perjudiciales para ellos, como el consumo excesivo de alcohol. Para eso, desarrollar un vínculo de confianza es de vital importancia. Debemos trabajar la conexión con nuestros hijos. Si no, perdemos influencia y dejan de respetarnos”, explicó.

Ya lo decía Pink Floyd

Otra postal de alumnos en el UPD.

A la celebración del último primer día del secundario, la psicología la clasifica como “un rito de pasaje o transición”: es un proceso simbólico que marca el inicio de una nueva etapa y, a su vez, empieza a señalar el tránsito hacia la adultez. Quindimil explicó que “los adolescentes están en un momento de identificación, que contrasta con la identidad de los adultos (padres e instituciones) y se despliega con los pares”.

Los daños materiales en las escuelas representan la ruptura con la institución que históricamente -como grafica The Wall- los domesticó. (Diego Quindimil, psicólogo)

Según el psicólogo, para los chicos el UPD es simplemente una fiesta que, como tal, tiene excesos. “Freud decía que la fiesta es la violación solemne de una prohibición –citó–. La alegría tiene que ver con poder realizar cosas que en tiempos normales están prohibidas. En este contexto, los daños materiales en las escuelas representan la ruptura con la institución que históricamente -como grafica la película The Wall de Pink Floyd- los domesticó”, detalló.
Antes, los chicos daban la vuelta olímpica dentro de los colegios, pero tras varios daños se decidió trasladar el ritual a plazas cercanas. Sin embargo, en los últimos años cobró más fuerza la tradición entre los alumnos de organizar una noche descontrolada para después ir a cursar. Ante la expansión de esta modalidad en casi todos quintos años del país, las escuelas implementan protocolos y campañas de información previa para las familias.

Parte del stock para el festejo de uno de los colegios.

El equipo directivo de ORT Montañeses, por ejemplo, envió un mail en el que le pedía a las familias que asumieran “una postura clara y crítica respecto de estas prácticas que no se corresponden con las expectativas, los objetivos y los valores que nuestra institución promueve. La asistencia a la Escuela de los y las estudiantes, habiendo participado en este tipo de festejos, especialmente en el contexto actual, implica una falta grave a las normas de convivencia de la Escuela y pone en riesgo su continuidad en el proyecto educativo. Consideramos firmemente que la celebración del UPD (Último Primer Día de Clases) conlleva riesgos inadmisibles para estudiantes, docentes y familias, comprometiendo el bienestar de toda la comunidad educativa”.

La presión ´por pertenecer´ hace que muchas veces los chicos tomen decisiones que ponen en riesgo su propia salud o generan daños. (Laura Lewin, especialista en Educación)

Lewin también señaló otra de las situaciones que operan para que se den hechos de violencia dentro de los colegios: “La presión ´por pertenecer´ hace que muchas veces los chicos tomen decisiones que ponen en riesgo su propia salud o generan daños. Se sienten fuertes, empoderados, no miden riesgos y avanzan. Y en ese avanzar, no contemplan las consecuencias”.

Por su parte, desde el SEDRONAR pidieron a la comunidad entera abordar el tema con seriedad y delimitaciones. “Hay algo equivocado, como si fuera gracioso tomar alcohol, que todos los grandes estamos habilitando”, dijo la titular de la secretaría, Gabriela Torres.

En este contexto, el SEDRONAR volvió a “introducir lineamientos curriculares en las escuelas en torno a los consumos problemáticos“:

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