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Columnistas

¿Qué se rompe primero: el Frente de Todos o el acuerdo con el FMI?

Aquél lunes 31 de enero, apenas horas después de que Máximo Kirchner presentara su renuncia al frente del bloque de diputados oficialistas, el periodista Gustavo Sylvestre arrancaba su tradicional Minuto Uno en la pantalla de C5N y anticipaba que el presidente Alberto Fernández iba a estar en los estudios. 

Pero en el mundo de los negocios, hubo quienes repararon en otro detalle. Les llamó la atención la dureza de las críticas que deslizaba el periodista contra el hijo de la vicepresidenta y su estrategia política, en un tono poco habitual en el canal cuando se trata de los propios.

Fue en ese momento en que se preguntaron si estábamos asistiendo a un quiebre entre el Grupo Indalo -controlante de la señal- y La Cámpora, la organización que fundó Máximo y que -atención- maneja áreas sensibles de la energía, donde el holding de Cristóbal López y Fabián De Sousa tienen más aspiraciones.

Es que muy lejos de la superficie donde vamos oteando las discusiones entre unos que denuncian lawfare y otros que dicen “guarda con la república”, se discuten negocios, contratos, guita

Vaya novedad.

Quince días antes del Máximo day, la petrolera estatal YPF presentó una oferta para tratar de quedarse con las operaciones en Santa Cruz de San Antonio Internacional, la principal compañía de servicios petroleros que provee las torres para la explotación. YPF es presidida por Pablo González, ex funcionario de la gobernación de Alicia Kirchner y hombre de WhatsApp con Cristina, y además cuenta con representantes camporistas en áreas clave.

¿Quién estaba a punto de quedarse con la empresa hasta que irrumpió YPF a través de su subsidiaria AESA y le escupió el asado? El Grupo Clear, una empresa que se escindió del Grupo Indalo pero que funciona como uno de los satélites de la dupla López-De Sousa. Cuenta el portal especializado Econojournal que las negociaciones estaban “avanzadas” y no había más candidatos a la vista. 

Cristobal López
¿Cruces por YPF? Cerca de la dupla López y De Sousa iban por un negocio hasta que irrumpió la petrolera.

O sea, todo iba bien hasta que apareció la petrolera estatal y se puso a ver los números, todavía sin hacer una oferta vinculante pero con necesidades bien definidas: tratar de mejorar la producción en esa provincia, que viene quedando relegada en paralelo al crecimiento de Vaca Muerta en Neuquén, y darle más plafón político al sueño de su presidente González de ser gobernador en 2023.

Wow!

¿Puede una disputa por negocios energéticos como ésta sumar tensiones en el amplio espectro de la coalición oficialista en momentos en que cruje el mismísimo núcleo de identidad del kirchnerismo por lo que implicará cumplir con el Fondo Monetario Internacional justamente los compromisos vinculados con las tarifas de los servicios públicos?

¿Hay ya un reacomodamiento de los empresarios afines dentro del Frente de Todos preparándose para la interna definitiva de 2023? Recordatorio: el Presidente alguna vez le facturó servicios como abogado al Grupo Indalo.

Todo puede pasar, total el quilombo es tamaño estadio.

Imaginate que esta semana, un renombrado consultor de la City recibió una pregunta desde el mismísimo staff del FMI que negocia con el Palacio de Hacienda. “¿Cuánto es la deuda de Edenor con Cammesa?”, quisieron saber los gringos con acento de Washington. Tener claro a cuánto asciende el rojo de las distribuidoras de electricidad con la empresa mixta que coordina el sector permite tener una idea de la magnitud del problema de tratar de bajar los subsidios, subir tarifas y que no vuele todo por el aire.

¿Cuánto es la deuda de Edenor con Cammesa?”, quisieron saber los gringos con acento de Washington.

Desde un gran fondo de inversión le preguntaron a ese mismo economista lo que todos quieren saber en estas horas: con este nivel de precios internacionales de la energía y con esta sequía, ¿Cuánto tienen que aumentar las boletas de luz y de gas para que los subsidios energéticos bajen como quiere el ministro de Economía, Martín Guzmán, de 2,4% del PBI a 1,7%? Agárrense con la respuesta: más del 150%. “Wow”, respondió el financista que había mandado el WhatsApp.

Todo esto transforma los planes sobre la demoradísima segmentación de los incrementos de tarifas en apenas un entretenimiento que no cambia mucho. Es cierto que dos años después, la propuesta de la subsecretaría de Energía Eléctrica respecto de cobrarles full full a 500 mil usuarios de barrios caros de Capital Federal y alrededores aparece como elemental y acotada. Veremos qué más mano va a meter la gente que le responde al ministro en la materia, que ahora promete afinar otro método para aumentar las tarifas también a los que tienen más ingresos pero viven en otros lugares donde el metro cuadrado vale menos. En cualquier caso, viendo los números del párrafo anterior, nada de eso alcanzará para, como repiten los burócratas del Fondo en todos lados, bajar la cuenta de subsidios. Porque con los planes de segmentación, igual aumenta. 

Por eso, el interrogante que se impone es qué se rompe primero. ¿El Frente de Todos o el acuerdo con el FMI? 

Preguntas y pedestales

Cerruti
Ganas. ¿Se imaginan si alguien preguntara en la conferencia por las 14 drogas oncológicas que Salud retiró del vademecum?

La economía se recuperó de lo peor de la pandemia y es el momento menos malo desde 2018, pero la situación es delicadísima. La inflación en el 50% interanual, la escasez de reservas y que haya una diferencia del 100% entre los dólares oficial y paralelos, con niveles de pobreza del 40%, ponen los pies en la tierra de todo el mundo. De los eufóricos del rebote y de los apostadores a cuanto peor mejor

Encima, cualquier estrategia que se plantea desde “la diplomacia de la urgencia”, como escribió esta semana el diario El País, te deja en bolas ante todo el mundo. Quedás regalado si elogiás mucho a los rusos aunque te hayan clavado con la segunda dosis de la vacuna Sputnik que nunca te mandaron, o quedás recontra expuesto con los yankees que se hacen los giles porque pusieron guita inexplicable para la reelección de Mauricio Macri y ahora te la cobran como si nada.

Cualquier estrategia que se plantea desde “la diplomacia de la urgencia”, como escribió esta semana el diario El País, te deja en bolas ante todo el mundo

Con ese contexto, da la impresión de que el Gobierno a veces juega con fuego en el manejo de temas ultra sensibles, como si no fuera a pagar ningún costo porque es nacional y popular

¿Se imaginan qué estaría diciendo el kirchnerismo si un gobierno de otro palo tuviera en menos de dos meses a la titular del PAMI veraneando en el Caribe y al Ministerio de Salud recortando 14 drogas oncológicas del vademécum desde el que el Estado abastece a los pacientes para que no se mueran? 

A propósito, qué ganas de que por ejemplo la cuestión de los remedios oncológicos sea una pregunta directa y concreta de un periodista en la próxima conferencia de la portavoz de la Presidencia, Gabriela Cerruti, en vez de transmitirle un mar de prejuicios sobre si se viene el comunismo. Y qué ganas de que la vocera ante una pregunta puntual sobre presuntos dichos de un funcionario de alto rango del Departamento de Estado responda “no comento trascendidos, siguiente pregunta”, en vez de jugar a dar clases desde el pedestal imaginario de la función pública.