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Cultura & Espectáculos

César González, director de Diciembre: "Gracias a los saqueos tuvimos la Navidad más abundante de nuestras vidas"

Por Juan Tenembaum

Este domingo 19 de diciembre se cumplen 20 años del estallido del 2001. Incluyó movilizaciones, piquetes, cacerolazos, saqueos, la caída de 4 presidentes, y el fin del 1 a1, el esquema financiero que inventaron Carlos Menem y Domingo Cavallo para terminar con la inflación. En memoria de esas jornadas históricas, en las que buena parte del pueblo argentino salió a las calles para enfrentar el hambre, intentar recuperar ahorros robados, o simplemente expresar su bronca- y que dejó 39 argentinos muertos en todo el país- se estrena en la Plaza de Mayo Diciembre, el último documental de Alejandro Bercovich, dirigido por César González.

González, también conocido como Camilo Blajaquis, en honor a Camilo Cienfuegos y el militante peronista asesinado Domingo Blajaquis, nació y vive en la villa Carlos Gardel, donde transcurre buena parte de la película. Poeta, ensayista, director cinematográfico, actor y documentalista, González comenzó a escribir mientras estaba preso.

Una vez cumplida su condena, su trayectoria fue imparable: dirigió revistas, publicó libros, realizó tres cortos y siete largometrajes. Este es, de hecho, su tercer documental, después de Corte Rancho y Lluvia de Jaulas. El artista conversó con Diario Con Vos sobre la película, el 2001, y la situación actual de la Carlos Gardel.

—¿Me contás sobre la película? 

El documental intenta revisar, reflexionar, y restaurar un poco la memoria sobre los días del estallido de diciembre del 2001. No se queda en el mero retrato, no es una sumatoria de postales, sino que intentamos invocar un poco de la fuerza de ese tiempo. Mi aporte fundamental, más allá de la dirección, fue en la edición, lograr crear momentos, a partir del montaje, que puedan conmover, hacer sentir lo que se sentía en esos días. La angustia, la desesperación, la furia, y la disposición individual y colectiva del pueblo de poner el cuerpo, salir a la calle, y no aflojar hasta lograr un cambio sustancial.

—Vos comentaste que el documental está divido en tres: arriba, abajo y la calle. Este último espacio, ¿actúa como vaso comunicador entre aquellos dos? 

—Sin duda. Así está ubicado en la película el bloque de la calle, en el medio. La idea de diciembre desde arriba, abajo y la calle es de Nahuel Prado, el guionista. Es destacable su trabajo descomunal con el guion, lo hizo en tiempo récord, también el de Matías Salamone como una especie de pulpo: hizo de productor, consiguió archivo, coordinó la postproducción. El laburo de Patricio Escobar, documentalista de mucha experiencia, y de Bercovich, que me convocó y me empujó, y que no temió a pesar de que esto fue hecho en muy poco tiempo.

Era muy importante hacer un documental sobre esos días, para no olvidarse de la capacidad y las herramientas que tiene un pueblo de cambiar las cosas.

—Decís que Bercovich te convocó. ¿Por qué te sumaste?

—Para mí era muy importante hacer un documental sobre esos días, para no olvidarse de la capacidad y las herramientas que tiene un pueblo de cambiar las cosas y hacerle sentir a sus gobernantes, no sé si miedo, pero que tengan en claro que están al servicio del pueblo, que se deben al pueblo. No dudé ni un segundo cuando me hizo la propuesta, me gustaba el desafío: hacer el documental con un gran equipo periodístico.

—En la parte de la película que transcurre en tu barrio, hay entrevistas a vecinos y familiares tuyos ¿Cómo eligieron a los entrevistados? 

—Sí, yo gestioné las entrevistas, los elegí. Por ejemplo Guille, uno de los que sale, lo elegí porque toda la vida tuvo mucho trabajo territorial, de militancia. No tan orgánica, más bien volátil en el sentido partidario, pero siempre estuvo gestionando mercadería, resolviendo problemas el barrio. Fue uno, no de los impulsores, pero si de los agitadores, en el buen sentido, de los saqueos. Fue de los que decían basta de este hambre, hay que hacer algo con este hambre.

—¿Te sorprendieron sus respuestas? 

—Las reflexiones son espontáneas, frescas. Me sorprendí con la reflexión de mi mamá. Yo hablé mucho con ella, durante toda mi vida, sobre el 2001. Pero nunca la había escuchado hablar así, lo que dice sobre los muertos, y la enseñanza que dejó el 2001 en el pueblo. 

—¿Qué edad tenías en el 2001? ¿Cómo lo recordás? 

—Yo tenía 12 años en el 2001. Me lo acuerdo como en un plano perceptivo, una especie de atmósfera apocalíptica, no solo en el barrio sino en general, en el aire, el mundo parecía un lugar apocalíptico. Corridas, desmanes, gritos, saqueos, la represión brutal de la policía, gases adentro de la villa y de las casas, heridos.

El recuerdo es eso, apocalipsis por un lado, y abundancia, felicidad, fraternidad de todo el barrio, que se unió para saquear y después, el 24, festejar.

Pero también, como aparece en la película, gracias a los saqueos del 18 y 19, la nochebuena y navidad fueron de las más abundantes de nuestras vidas. El barrio vio las mesas y las heladeras llenas como nunca antes, productos que no se conocían en las casas porque eran inaccesibles, como de limpieza o de esa índole. El recuerdo es eso, apocalipsis por un lado, y abundancia, felicidad, fraternidad de todo el barrio, que se unió para saquear y después, el 24, festejar. Era todo abundancia, invitación, y éramos todos anfitriones de los demás. Nadie se guardó nada, llegó el 31 y la gente se lamentaba porque habíamos usado todo el 24.

—Y hoy, después de 20 años, ¿cómo ves al barrio?

—Si atendemos solamente las variables económicas, la situación es similar o peor, pero no hay estallido. En el medio hubo mucha política, mucha buena política. La gente de los barrios empezó a participar más en la construcción de la realidad del mismo barrio, empezó a reunirse, crecieron las organizaciones sociales, los movimientos piqueteros, todas esas organizaciones funcionan como contención para la gente de los barrios. Entonces, antes de llegar a los saqueos, ellos van a conseguir comida. En el 2001 no estaba esa contención, ese paso intermedio. Tampoco hay un pueblo dispuesto a hacer algo como lo que fue en ese entonces. 

—¿A qué te referís? 

En esos días, la clase media de Capital Federal tuvo un protagonismo central. La clase media alta también, las hordas de gente caceroleando venían de Recoleta, Palermo, no venían solo del sur, de la clase media empobrecida. Había un deseo colectivo, transversal, de cambiar las cosas, y hoy en día es todo lo contrario. Mientras trabajaba con los archivos, y veía tanta gente de clase media poniendo el cuerpo, dispuesta a dejar la vida, pensaba, ¿cuántas de esas personas, que tenían un espíritu insurgente, hoy estarán votando a la derecha? Y votan expresiones políticas más a la derecha que La Alianza. Esa es una gran paradoja del 2001.

Lo importante del documental es que la gente sienta que tiene ese poder, que el pueblo cuando se une es muy poderoso, que no es un slogan lo de que el pueblo unido jamás será vencido. 

—¿Aprendió algo el pueblo del 2001?

—La verdad que no lo tengo muy claro si aprendimos o no. Creo que sí, pero tampoco sé qué es lo que aprendimos. Lo importante del documental es que la gente sienta que tiene ese poder, que el pueblo cuando se une es muy poderoso, que no es un slogan lo de que "el pueblo unido jamás será vencido". A mí, personalmente, me dejó esa enseñanza el 2001: la potencia de la gente en la calle, cuando se une.

—¿Y los políticos? 

Los políticos sí, ellos aprendieron la lección. Saben que ya está en nuestro inconsciente colectivo, y en el consciente colectivo de gran parte de la población que carga con el 2001 en su memoria. Los políticos saben que, si el pueblo tiene ese antecedente, puede volver a inspirarse. Van a hacer lo que sea para evitar llegar a ese punto, dejaron marcada la línea que no hay que cruzar, para evitar un levantamiento, una gesta, una insurrección como la de esos días. 

—De ellos, ¿te sorprendió alguna respuesta? 

—No me sorprendió ninguno, pero sí me aterraron. La manera que tiene la clase política, más allá de las filiaciones partidarias, de responder como bloque, como cofradía. Aún así, me parece simplista ponerse en el lugar de "qué malos los políticos". La política es un lugar de mucha complejidad y contradicciones, está en su naturaleza.

Sin embargo, creo que hemos logrado arrancar algunas confesiones terribles. Por ejemplo, cuando Chrystian Colombo, el exjefe de Gabinete de De La Rúa, cuenta que el 19 a la noche, cuando ya se sabía que había muertos, el presidente se había ido a dormir temprano. ¿Cómo la cabeza de un país, mientras este se desangra, puede irse a dormir? Ese es uno de los momentos más increíbles de las entrevistas, en el sentido de que es realmente no creíble. 

Diciembre se estrena en la Plaza de Mayo este domingo a las 19.30 hs., después de una movilización. Luego, se pasará por la Televisión Pública el lunes 20 de diciembre a las 23 horas y por C5N el martes 21 a las 22:30.

El documental está codirigido por Alejandro Bercovich y César Gónzalez, y cuenta con la actuación de la periodista y la actriz Sabrina Moreno. Matías Salamone es el productor general, Nahuel Prado el guionista y Patricio Escobar el director de fotografía. La música original estuvo a cargo de Juan Pablo Martini, las ilustraciones las realizó Gonzalo Zarba y las animaciones, Pablo Gatti y Tobiás Beltrán. Cuenta con los testimonios de Eduardo Duhalde, Christian Colombo, Nito Artaza, Luis Zamora y Carlos Ruckauf, entre otros protagonistas de aquel episodio histórico.

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