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Columnistas

¿Qué nos pasó con Twitter, @jack?

Jack Dorsey

Por Diego Rojas

"Entonces dijo @jack: '¡Que exista el Twitter!' Y el Twitter existió".

Apenas setenta. Sí. Podrá el lector apreciar que la fundación mítica de Twitter implicó el uso de apenas 70 caracteres en total, es decir, la mitad exacta que se necesitaba para no sobrepasar el primer límite de 140 caracteres que ofrecía la red social de microblogging allá por el año 2006 D.J. (después de @Jack). Claro que nos referimos a Jack Dorsey, uno de esos tipos que la sabe ver, que se detiene en el desarrollo que realizan unos programadores que trabajan con él y ofrece comprarles el adelanto de su producto. Cuenta la leyenda que eran dos programadores llamados Bill Stone y Evan WIlliams quienes, con la colaboración de Dorsey, dieron la primera forma a la red social, quienes recibieron la oferta de asociación bajo el ala de una compañía mayor por parte de @jack. Bill Stone hizo una contrapropuesta: pidió 7 mil dólares para comprarse un viejo Chevrolet e irse a recorrer yanquilandia, cual si fuera Dennis Hopper arriba de su moto atravesando la Ruta 66. Es que no hay verdad más grande que esta: "Hippies, hippies everywhere", qué le vamos a hacer, viejo Gómez.

En fin, la cuestión es que la red social llamada Twitter (en adelante, tuiter como la conocemos en este fin del mundo) en honor al graznido de un pajarito (un tuit, un silbido, 140 caracteres, un epigrama, y así) comenzó a rodar y a tener éxito. Pero miren esto: al comienzo primerísimo de los tiempos la propuesta era que los 140 caracteres respondieran a la pregunta: "¿Qué estás haciendo?", una apelación más a la exaltación del yo que tan bien había logrado desarrollar el villano de película Mark Zuckerberg. Adquirida su independencia y lanzada al gran público en 2008 y con @jack como CEO cambió la consigna y planteó que el tuit debía responder a la pregunta: "¿Qué está pasando?". Y el mundo de las redes sociales cambió. Se trataba de conversar con desconocidos (o no) sobre el mundo, sobre visiones del mundo, sobre  banalidades, sobre la época de crisis, guerras y revoluciones que estamos viviendo. ¿Qué se le agregó? El #Hashtag, que agrupaba los tuits de cierto tema y que fue fundamental a la hora del #NiUnaMenos de las mujeres argentinas, el #MeToo de las yanquis y otros del mismo tenor que contribuyeron a pasar de los códigos electrónicos de la web al mundo físico de los átomos para realizar grandes transformaciones, como esta cuarta ola del movimiento de la mujer que estamos viviendo. Era una red social distinta y se podía no sólo intervenir y ser un tuitstar debido a la cantidad de seguidores a los que les llegaban sus pensamientos en 140, sino que se podía ser un simple voyeur y ver qué andaba pasando en tiempo real.

@jack  planteó que el tuit debía responder a la pregunta: '¿Qué está pasando?'. Y el mundo de las redes sociales cambió".

Por eso ganó el favor de los periodistas: las noticias llegaban de parte de testigos directos antes que la cablera de las agencias diera constancia de los acontecimientos. Por eso sigue siendo la red social preferida de los periodistas ya que combina la liviandad y frivolidad de un bar, de la barra del bar más exactamente, con las tendencias noticiosas del momento.

Bueno, rápidamente diremos que tuiter se enriqueció con 280 caracteres (confieso que cuando se anunció estaba indignado: vendría el aluvión zoológico de Facebook con sus peroratas a ese tan bonito, cosa que no ocurrió sino que mejoró la capacidad del decir), incorporó fotos y videos, ahora audios y spaces, que tuvo apps fracasadas como Periscope y que venía tuiter pisteándola como un campeón.

Hasta que llegó el mundo de los comunicólogos y las consultorías. Si era divertido poder dialogar con un político o una celebridad así porque sí, luego todo se convirtió en un campo de batalla, fake news, ataques, insultos, deseos de que por la opinión de un usuario se le manifieste un cáncer letal y veloz como Flash. Se instalaron call centers -en la Argentina los tienen tanto los macristas como los kirchneristas- oficinas (o homme office) donde "tuiteros" multiplicaban sus identidades para opinar minuto a minuto sobre un mismo tema y con un mismo sesgo. En mi libro Pasen música, el caso Santiago Maldonado en la era de la posteridad doy cuenta de trolls (esos tuiteros pagos del poder) que tiraban un tuit por minuto con un sesgo prorrepresivo durante seis horas seguidas sin parar. Luego, se ve que el convenio laboral implicaba un horario de trabajo menor a las ocho horas, lo único inobjetable de ese accionar.

Si era divertido poder dialogar con un político o una celebridad así porque sí, luego todo se convirtió en un campo de batalla.

¿Y la gente? La gente se engancha. Me pasó esta semana: "¿Pero ese se animó a cuestionar a Florencia Arietto y le dijo fascista? La guillotina, por lo menos". Tenga el lector de bien a saber que los deseos de muerte, insultos, acusaciones falsas, injurias, etcétera suelen chuparme bien un huevo. Pero hay gente que no, que ve menciones de su arroba (su nombre tuitero) rodeadas de calumnias y malas intenciones y no puede dejar de angustiarse. Suele suceder, y alguna de las veces que me ocurrió sentí esa angustia. Pero la cuestión es que suele suceder y lo que la red social del pajarito celeste proponía como conversación cada vez más se parece a un coliseo romano donde esclavos del emperador romano se enfrentan hasta la muerte, bajo el dedo pulgar hacia abajo del monarca, que sonríe. ¿Qué nos pasó, @jack?, diría Ernesto Tenembaum. Supongo que nos pasó por encima el mundo y la exacerbación de su crisis económica, con su consecuencia cultural, porque tan cerquita estamos de la barbarie.

Bueno, siguen estando Facebook (la nación virtual más poblada del planeta con dos mil quinientos millones de usuarios sobre todo adultos:  nuestros centennials no te tocan FB ni con un palo a la distancia), Instagram (ay, todos debemos sacar fotos, hacer reels o transmisiones, TiK Tok (todos debemos ser graciosos y un poco actores). Confieso que sigo siendo fan de Twitter. ¡Y eso que ni un canje nunca a pesar de mi modesta tuistería de 28 mil seguidores! Se las dejo picando. En 280 caracteres.