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Cultura & Espectáculos

Toto Castiñeiras, clown y dramaturgo: "Al Pombero todavía se lo utiliza para encubrir al abusador"

Guillermo “Toto” Castiñeiras es actor, clown, dramaturgo y director. Desde 2004 forma parte del famoso Cirque Du Soleil y hace algunas semanas estrenó Ojo de Pombero, una obra que escribió durante la pandemia y que conforma la última parte de una trilogía campera que la preceden Gurisa y Voraz y melancólico (última función hoy en el Teatro Dumont).

Las tres obras forman parte de un libro que Castiñeiras escribió durante la cuarentena, Cantar de Charabón, donde recopiló distintas obras ya escritas como Orillera, Anecdotario de María, Celestyna y la trilogía mencionada, con la particularidad de que Ojo de Pombero es la única que se publicó sin haberse llevado al escenario. “Publicar las obras te genera un plano nuevo de posibilidades, llegan más lejos del alcance que tiene una función”, explicó a Diario Con Vos.

Así como en Voraz y melancólico se juega con el mito del lobizón, esta obra hace lo propio con la figura del Pombero, una especie de duende mitológico de la cultura guaraní que aterroriza a las mujeres por las noches. En este sentido, el director asegura que en zonas de Paraguay, como en el norte argentino, “hay madres que siguen diciendo que su hija quedó embarazada del Pombero como forma de encubrimiento del abusador, que generalmente es alguien cercano a la familia”.

–¿Qué te atrae de los mitos de campo?

–Me llaman la atención los procedimientos de escritura, las poéticas, el lenguaje, más que el propio mito. El mito es una buena excusa porque ya tiene un montón de cosas adentro y uno no tiene que hacer mucho con eso, solo editarlo. Me da sustancia, contenido e imagen. A partir del mito lo puedo plantear en una dramaturgia, pero no es lo principal.

–¿Y qué sería lo principal?

–Me importa hablar del romance, pienso cuál es la historia de amor escondida en cada una de las obras, porque el amor genera peligro, y eso me gusta. También pienso mucho en el mundo de lo femenino: vengo de una familia de muchas mujeres. El melodrama es de lo femenino y me conecta con eso: la mujer heroína que sale a pelear por lo que cree, que se planta en sus objetivos, y también la problemática de los límites que se sostuvieron en relación a los géneros.

“Toto” Castiñeiras en Pombero.

El melodrama es de lo femenino y me conecta con eso: la mujer heroína que sale a pelear por lo que cree.

–Digamos que resignificás el mito, lo hacés propio.

–Me gusta plantear nuevas dialécticas, fundar nuevos mundos en relación a las pequeñas sociedades que planteo en las obras. Eso tiene que ver con un juego mucho más de la materia del lenguaje y de las formas en que se dicen las cosas. Me gusta permanecer ignorante frente a los dialectos y plantear uno nuevo. Lo que hago es jugar, hacer algo nuevo que realmente plantee una nueva zona, un nuevo planeta, una nueva forma del lenguaje.

–Hace poco dijiste que tus obras no cuentan cosas, sino que hacen ruido. ¿Qué significa eso?

–Tiene que ver con esto de la importancia de la materia del lenguaje. Pensar más en cómo suena una palabra y no tanto en lo que significa. Uno cuando escribe piensa el significado, en el público, como va a resonar; pero pienso más en la materia sonora, en lo musical, lo simbólico o abstracto, que en el sentido.

–Dentro de esa nueva forma de lenguaje está la comedia física...

–Siempre tuve en cuenta lo deportivo: lo mejor que puede hacer un actor es tener el cuerpo en estado de actividad. Creo en el deporte como sustento de la actuación. Mis ensayos siempre arrancan con una preparación física, me importa mucho eso. En cada función hacemos una pasada previa del movimiento. Hay algo que no puede fallar en ese sentido, que es lo coreográfico y el cuerpo con tono, no lastimarse.

Creo en el deporte como sustento de la actuación.

–¿Esto viene de tu vínculo con el circo?

–Creía en eso desde antes, ya trabajaba así. Pero el circo da esa concepción de que la misma tarea te vuelve cada vez más orgánico en el accionar, más hábil, te vuelve un actor con más destreza en cuanto a la reacción o la apertura con los espectadores. Esa posibilidad de abrir siempre el espectáculo al público y armar el espectáculo que el público quiere ver, eso tiene que ver con el circo. El espectador de circo aplaude, grita, y ahí te das cuenta. En el teatro eso está más reprimido, sobre todo acá en Argentina. Estamos acostumbrados a ver un teatro de sofá, la mesita, el comedor, la familia, entonces es más difícil. En mis espectáculos por suerte hay bastante reacción.

El espectador de circo aplaude, grita. En el teatro eso está más reprimido, sobre todo en la Argentina. Estamos acostumbrados a ver un teatro de sofá.

–Dijiste que antes del circo ya trabajabas así.

–A los 12 empecé a hacer unos talleres de teatro en Mar del Plata. Actuábamos en la plaza y yo convocaba al público corriendo. Algo de eso me marcó para siempre, inevitablemente. Era como una dinámica de captar la atención del público y funcionaba muy bien. Era pura intuición, no había mandato. Hay algo de eso que se fue trasladando. Después, viajando, vi muchas temporadas de teatro kabuki en Japón, y al volver a Buenos Aires intenté reproducirlo entre mis alumnos. Eso me hizo crecer mucho.

–¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Es real lo del “momento de inspiración”?

–No existe eso. Como la musa inspiradora: otro mito. Es más simple, más práctico, hay que sobrevivir trabajando y uno escribe. En cuanto al procedimiento, hay uno desde chico que se va enriqueciendo, cambia. Generalmente escribo algunas cosas y lo completo con los actores, que le dan una voz propia, van comprendiendo la escena y proponen cosas. En Ojo de pombero no fue así porque fue escrito antes, y encima en pandemia. No tenía proyección de montarlo, tenía la incertidumbre y al final se armó el elenco y rápidamente la paramos en un mes y medio.

–¿Fue distinto armar Ojo de Pombero por la situación de pandemia?

Gurisa fue un proceso de cuatro años, Orillera de dos. Ahí difiere los procedimientos de creación. La pandemia nos dirige un poco estas nuevas formas de trabajo, donde hay tiempo y no hay tiempo, entonces dijimos 'bueno, lo armamos porque no sabemos, las salas ahora están abiertas: aprovechemos'.

Tras su estreno el 4 de noviembre pasado, Ojo de Pombero tiene poco tiempo más en cartelera por este año. Se podrá ver los próximos dos jueves (2 y 9 de diciembre) a las 21.30 hs. en el Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857, CABA). La obra está protagonizada por Mariela Acosta, Mariano Torre, Julieta Laso, Luciana Buschi y el propio Toto Castiñeiras. Entradas en Plateanet.