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Columnistas

¿Para qué sirve tener un auto en la ciudad?

Por Patricio Barton

Los millenials (aquellos que nacieron entre 1981 y 1996) fueron los primeros en advertirlo: tener un auto en la ciudad es un problema más que una solución. También es cierto que para los millenials casi todas las cosas son un problema. Pero en este caso hay datos empíricos con los que podrían fundamentar el berrinche.

El auto es caro, contaminante y ocupa demasiado espacio. Así es como dejó de ser un objeto aspiracional entre los jóvenes urbanos del primer mundo. El panorama es evidente, sobre todo si se lo mira montado en un monopatín eléctrico (ese hijo bastardo de la industria automotriz y las fábricas de electrodomésticos).

Pero es cierto que en las grandes ciudades la relación con el auto invirtió sus roles: los vehículos ya no llevan a las personas de un lugar a otro, sino que son las personas las que llevan el auto a otro sitio. “Me llevo el auto” avisan a sus familiares como quien sabe que cargará con una mochila pesada que no podrán dejar en ninguna parte.

¿Para cuándo el auto inteligente que se vaya a dar una vuelta mientras uno hace un trámite en el Centro?

En ciudades grandes –como Buenos Aires- hay un espacio para estacionar por cada 1,5 autos. En criollo, esto significa que por cada auto estacionado queda medio sin estacionar. Esos medios autos son los que están circulando por todas partes. Gigantescos congestionamientos de tránsito provocados por mitades de automóviles que deambulan como zombis condenados al movimiento perpetuo.

La mayoría de los autos que circulan por las calles de Buenos Aires no va a ninguna parte; está buscando un lugar para estacionar. ¿Para cuándo el auto inteligente que se vaya a dar una vuelta mientras uno hace un trámite en el Centro?

Henry Ford y sus discípulos pensaron más en cómo trasladarse que en dónde detenerse. Quizás tendría que haber sido al revés: primero inventar lugares para estacionar y luego los autos para ocuparlos. Pero ya es tarde para semejante cambio de planes. No hay tiempo. Tampoco espacio.

No está lejos el día en que los lugares para estacionar sean más caros que los propios autos.

No está lejos el día en que los lugares para estacionar sean más caros que los propios autos. Habrá que pensar entonces en planes de ahorro para comprar estacionamiento en cuotas: “La semana que viene me entregan el lugar para estacionar. Así que ahora voy a ver si me compro un auto”.

El ciudadano porteño que cuente con 2 millones de pesos se enfrenta con el siguiente dilema: se compra el auto 0 km más barato del mercado o carga la SUBE para hacer 100 mil viajes en colectivo. Vale lo mismo. Claro que si elige la primera opción tendrá que sumar a la cuenta los gastos de combustible, seguro y mantenimiento del coche. Con la segunda alternativa, a lo sumo padecerá la infructuosa espera de que algún día el Metrobús se transforme en Subte.

Las ciudades crecieron al ritmo de las necesidades del parque automotor. Todavía hoy los gobernantes urbanos celebran más la pavimentación de calles y de rutas que la construcción de viviendas para las personas. Los autos viven mejor que la gente.