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Columnistas

Todo lo que puede decir un cuadro colgado en el PAMI

Por Jairo Straccia

Al final de esta nota te voy a contar sobre la leyenda del cuadro que hay en una oficina del PAMI, la obra social de los jubilados. Pero al final.

Este martes, en tanto, habrá una reunión en el Ministerio de Salud con los laboratorios. Están convocados para explicarles que se vienen “precios de referencia” en el sector. Sí, una pelea de fondo ahora que pasó el humo de hacer cualquier cosa en la previa de las elecciones.

El agujero negro de cómo se forma el precio de los medicamentos en todo el mundo y en la Argentina en particular obliga a los estados a intervenciones más sofisticadas que una reunión de un Secretario de Comercio Interior con un vaso de agua en una mesa donde plantea “retrotraigan” o “congelen”.

Además, el poder de la industria está tan ramificado en sus distintos vínculos con el sector público que puede vetar cualquier iniciativa hecha medio al tun tún. Fíjense lo que los funcionarios de Salud le explicaron al propio Roberto Feletti cuando dijo que quería hacer con los remedios lo mismo que, por ejemplo, con los alimentos en los supermercados:

- Que si congelaba los precios de venta al público de los fármacos, estaba afectando la vía de compensación que tienen los laboratorios para venderle a un valor más bajo al Estado los medicamentos que los jubilados se llevan gratis, lo que se conoce como el llamado “precio PAMI”.

- Que al mismo tiempo, si se avanzaba con el congelamiento, los laboratorios tranquilamente también podrían empezar a incrementar el costo de otras drogas de alto precio al que le venden al Estado en el llamado “mercado institucional”, donde compran el Ministerio o las provincias, por ejemplo, para tratamientos de alta complejidad.

- Que a su vez, cualquier fijación de precios máximos en el mostrador de la farmacia podría ahogar a toda la cadena menos a los laboratorios por el intrincado sistema de descuentos con el que se maneja el sector. Un Bagó fabrica una píldora y la vende a un precio X menos un porcentaje de bonificación que se va derramando por los distintos actores. Llegado el caso, advirtieron, al topear el precio, las farmacias podrían terminar pagando el pato si hacia atrás todos achican los descuentos para cubrirse de que no van a poder seguir actualizando por inflación por un tiempo. Chan.

Más caro I. El centro de estudios Iaraf comparó el precio de la salud en el país con otros 42 países.

Marcas líderes, en la mira

En ese engendro, donde como se contó en esta columna semanas atrás conviven los propios laboratorios con distribuidores que en muchos casos controlan, más droguerías que llevan los productos a las farmacias, hay otro punto que pasa inadvertido cuando se busca contener el costo de la salud en la Argentina: los convenios que hacen los laboratorios directamente con los financiadores, es decir, con los que pagan todo, las obras sociales y las empresas de medicina prepaga.

“Si cuando aparece un paciente con tal enfermedad tus médicos le recetan en la intimidad de su consultorio y su conciencia este producto -que es igual a los demás pero vale más-, te hago un descuento de tanto por ciento; a vos te sale menos y el consumidor piensa que está teniendo un descuento alto también por tener tu cobertura”.

Ése es, muy simplificado, el trato que impera en la industria y que es clave, porque acá casi el 70% se atiende bajo obras sociales y prepagas. Como se ve, se tiende a que -aún frente genéricos o competidores más baratos- haya un estímulo a la venta de los productos más caros, que muchas veces son los líderes de cada segmento no porque sean “mejores” sino porque se instalan así por fuertes campañas publicitarias que también van al precio.

¿Alguien cree que Ibupirac es “el original” de los analgésicos? Error. Es igual que todos los demás “ibu la pindonga”. Pero Pfizer lo pauta en todas las tandas posibles y entonces vos decis “Ibupirac”. ¿Alguien pide amoxicilina en el mostrador o todos piden directamente Amoxidal, la marca líder de Roemmers? Es como cuando le decís “Gillette” a la navajita para la barba. Imaginate que según un informe de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia de 2019 que también publicamos acá, más del 50% de las clases terapéuticas de drogas tienen un alto nivel de concentración.

¿Alguien cree que Ibupirac es “el original” de los analgésicos? Error. Es igual que todos los demás “ibu la pindonga”.

De eso se va a hablar este martes. El Ministerio de Salud aspira a imponer “precios de referencia” para voltear este tipo de acuerdos. Funcionaría así: las coberturas de las obras sociales y prepagas, con sus descuentos, regirán plenas para los medicamentos que no superen el valor indicado para cada caso. Si se elige llevar el de una marca que fuera más cara, la cobertura se aplicará hasta el precio de referencia y el resto habrá que pagarlo aparte, algo que no tendría sentido dado que en todos los casos se trata de la misma droga.

En el Gobierno aseguran que cuando se aplicó en el primer mandato de Néstor Kirchner, produjo el efecto esperado: obligó a los líderes del mercado a bajar los precios hasta la referencia, para no perder volumen de ventas. Ya hay una lista de 91 fármacos con los que se pondría en marcha.

Precios y lobby nivel por las nubes

El costo de la salud y cómo financiarlo es la contracara de un mundo donde se combinan los avances científicos con la consecuente extensión de la esperanza de vida. Cada vez vivimos más y -obvio- cada vez más queremos ser viejitos cool, no estar todos decrépitos, y eso sale plata. Sin contar, al mismo tiempo, que la vanguardia médica le está buscando tratamientos o curas a enfermedades raras para los que se hallan periódicamente drogas carísimas que generan esperanza y a veces mejor calidad de vida en los pacientes y cuantiosas ganancias para laboratorios que explotan esos mercados monopólicos con precios que nadie puede saber cómo se justifican.

A todo eso que es un tema global, hay que agregarle el plus nuestro de siempre: los medicamentos en la Argentina son mucho más caros que en el resto del mundo. Otro día discutamos por qué, pero es insólito que una serie de informes que se publicaron en los últimos días desde centros de estudios de todas las ideologías mostrando lo caro que nos sale curarnos no haya tenido más espacio en los medios de comunicación:

- El Instituto Argentino de Análisis Fiscal, que comanda Nadín Argañaraz, hizo un relevamiento de 42 países en el mundo, y concluyó que entre diciembre de 2016 y septiembre de 2021, la Argentina es el lugar donde más aumentó el “precio minorista de la salud”. Un fenómeno que, además, no varió con la Covid: el país lideró el ranking tanto antes como después de la pandemia del coronavirus.

- La consultora PxQ, de Emmanuel Alvarez Agis, en tanto, viene advirtiendo que algunos de los medicamentos más populares de la Argentina, como la aspirina, cuestan hasta cuatro veces más que en Estados Unidos en relación con el salario mínimo.

Más caro II. La consultora PxQ cotejó remedios populares en la Argentina respecto de los Estados Unidos.

- Sobre esto, además, la economista Marina Dal Poggetto, del estudio EcoGo, viene mostrando un cuadro en cuanta charla da que también pone a la industria farmacéutica en un lugar de privilegio absoluto en los últimos seis años. Es uno de los únicos dos sectores de la economía que pudieron aumentar los precios por encima del promedio de la inflación promedio en la gestión de Mauricio Macri y que están pudiendo hacer lo mismo en lo que va del mandato de Alberto Fernández. El otro rubro es el de los autos, pero claramente se trata de un consumo que se puede resignar.

Más caro III. En EcoGo revelan que los medicamentos subieron más que la inflación con Macri y con Alberto.

El mundo de la salud discute en silencio una torta que desde los medicamentos hasta lo que mueven las prepagas y las clínicas redondea el 10% del PBI, unos 40 mil millones de dólares. Se cruzan desde el acceso a la salud hasta la posibilidad de desarrollar una industria nacional de fármacos. Hablan entre sí el impulso a la investigación y el desarrollo y la política de patentes. Dialogan la necesidad y la urgencia de los que aspiran a distintos tratamientos con la oscuridad en la formación de los precios de todo. Conviven la búsqueda de regulaciones serias y eficientes con tongos en todos los niveles de la política, la justicia, los gremios y hasta los medios de comunicación. Suena a juego de palabras, pero en salud cualquier intervención debe ser quirúrgica, porque sobran las operaciones.

El caso testigo del lobby nivel Dios del sector fue aquel publtuit de hace unos años del periodista icono de la radio y ahora reinventado a los 60 en la CNN, Marcelo Longobardi, cuando sorprendió al postear: “¿Saben por qué los laboratorios argentinos producen medicamentos con marca? Porque esas marcas son garantía de calidad, seguridad y eficacia, propias de una industria líder”. Lo acompañaba con el logo de CILFA, la Cámara Industrial de los Laboratorios Farmacéuticos Argentinos.

Alguien imprimió ese mensaje del 28 de noviembre de 2018, lo enmarcó y hoy cuelga en un despacho del PAMI.

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