Por: Renata Marinelli 

Se acercan las elecciones y, como en la vida, no pueden ganar todos. Al pequeño pero afortunado grupo de los que resulten elegidos los despido con mis más sinceras felicitaciones. Las líneas que siguen están dedicadas a los otros.

Tampoco me estoy dirigiendo a los políticos que ya saben que van a perder porque (como los actores nominados al Óscar que no tienen chances de llevarse la estatuilla) están más o menos curtidos y hasta sonríen, aplauden y ponen cara de “estamos felices de haber llegado hasta acá” y de “gracias a toda la gente que nos acompañó”. ¡Cuántas horas de estudio de la humildad frente al espejo, qué injusticia que no haya una categoría que reconozca todo ese talento y esfuerzo!

Pero el verdadero desafío es el que enfrenta el Político Perdedor Por Pocos Votos (PPPPV). Es muy difícil mantener la compostura cuando no sabías que te iba a ir mal, te va mal y te dan la noticia justo cuando tenés muchas cámaras apuntándote (volviendo a las ceremonias de entrega de los Óscar: ¿vieron que les hacen un primer plano a los que pierden justo en el momento en que se enteran? Qué maldad, ¿no?).

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Estimado PPPPV (Político Perdedor Por Pocos Votos): como los resultados de las urnas son un misterio, lo mejor es prepararse para lo peor. Entre tanto coach que te enseña cómo dominar tu tartamudez o disimular ese tic nervioso tan pianta votos, yo vengo a tirarte la posta real. Estos son los ejercicios que tenés que hacer antes de ir al bunker:

1. Ubicá qué compañeros de fórmula miden más que vos. No me refiero a encuestas ni a estatura intelectual, sino quiénes son más altos. Necesitás, mínimo, tres bien grandotes. Subilos al escenario y reservalos a un costado.
2. Tres segundos antes de que anuncien los resultados finales, proyectá en tu mente la siguiente escena: sos hincha del Bayern Munich, vivís en Marbella (si te cuesta imaginar tanto, podés ir por Punta del Este) y te dicen que Atlanta de Villa Crespo ascendió a la Primera B. Si hacés bien este ejercicio se te va a dibujar una sonrisa leve, serena, apenas autosuficiente, que va a dejar a comentaristas, periodistas y público general en el desconcierto más absoluto. Nadie se va a atrever a usar tu foto como meme de derrota (al fin y al cabo, es lo único que importa).
3.  Si la estrategia anterior no funciona, acudí a tus compañeros altos y escondete detrás de ellos. Si el más alto sos vos (a veces pasa): nunca, nunca, nunca te tapes la cara con las dos manos o muevas la cabeza de izquierda a derecha mordiéndote el labio inferior con la mirada clavada en el cielorraso del bunker ni te abraces al señor de seguridad mientras sollozás abiertamente.

Si ya es tarde y cometiste uno o todos de estos errores, por favor, no acudas públicamente a tu mamá para que te consuele.