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Columnistas

Las Mujeres 5.0 frente al síndrome de “Bon Bril”, o el síndrome del nido lleno

Hijos Síndrome Bon Bril

Por Daniela Rago

Antes de comenzar con este artículo, haremos una aclaración. Aquí hemos necesitado unir a la Mujer de 50 con su pareja (ambos como los padres de los “bon bril” ) ya que, en línea general, es algo de a dos. Al final del mismo hablaremos específicamente de las Mujeres 5.0 frente a este síndrome especial.

Hoy hablaremos del síndrome de los hijos “Bon Bril”. ¿De qué se trata? ¿Qué hacer cuando nuestros hijos no quieren dejar el hogar y madurar? 

Dicho término describe a aquellos hijos ya mayores que, pese a tener las condiciones para independizarse siguen viviendo con sus padres porque no quieren sacrificar esas comodidades.

La postergación de la salida de la casa paterna es un fenómeno que se da en todo el mundo y tiene algunas explicaciones, más allá de la pandemia.

El síndrome de los hijos “Bon Bril” fue denominado así tras un comercial de televisión en el cual se veía a un padre mayor hablando con su hijo de más de cuarenta años y le preguntaba si no creía que ya había durado más en la casa paterna que las esponjas “Bon Bril” cuyo slogan era: "Si dura mucho, es Bon Bril". A lo que este le respondía que no creía haber durado tanto.

¿De qué se trata el síndrome "Bon Bril"? Describe a aquellos hijos ya mayores que, pese a tener las condiciones para independizarse siguen viviendo con sus padres.

El término describe a aquellos hijos ya mayores que, pese a tener las condiciones para independizarse siguen viviendo con sus progenitores, porque no quieren sacrificar esas comodidades y sus beneficios.

Les dicen mantenidos e inmaduros por vivir con sus padres, pero ellos tienen cientos de razones para quedarse en casa, aun cuando ya son más viejos que jóvenes. El que más causa asombro, es simplemente porque los hijos sienten temor de dejar la casa de los padres por creer no ser capaces de conducir su vida solos. 

La postergación de la salida de la casa paterna es un fenómeno que se da en todo el mundo y tiene algunas connotaciones especiales. En primer lugar, el encarecimiento del costo de vida. 

En segundo, las exigencias del mercado laboral que demandan una mayor formación académica, lo que conlleva más cantidad de años estudiando, costos educativos elevados, y más cuando el hijo/a en cuestión va de carrera en carrera sin definir vocación o sumando materias que reprueba una y otra vez. Sumado a que, por estas mismas causas, se va dilatando cualquier tipo de proyecto de pareja y familia.

Este punto es muy importante: dicho fenómeno también se denomina síndrome del “nido lleno”, en contraposición a lo que se conoce como síndrome del nido vacío. 

Les dicen mantenidos e inmaduros por vivir con sus padres, pero ellos tienen cientos de razones para quedarse en casa

Por un lado es más frecuente en hombres que en mujeres. Social y culturalmente, está mejor visto que las mujeres vivan con sus padres pese a ser mayores, producto, en parte, de los resabios del machismo y los patriarcados. Pero paradójicamente, y por esto mismo, para hacer valer su lugar y sus derechos de igualdad de género, es que son ellas las que se independizan antes.

La psicóloga Diana Barenboim, autora de una investigación de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) titulada "El fenómeno del nido lleno. Juventud crónica y nuevas formas de familia", señala: “Ha habido una renuncia muy grande de los padres en su propia vida estudiando algo por deber y no por placer, entonces les dan la oportunidad a sus hijos de cambiar su historia”.

Agregaríamos también que trasladan en ellos todos sus deseos incumplidos, necesidades básicas que no tuvieron de chicos y vaya a saber que otras cuestiones proyectan esos progenitores a sus “bon bril”. Antes la edad para independizarse era alrededor de los veinte o veinticinco, ahora es de los treinta o treinta cinco.

Según el informe de la UADE, tanto padres como hijos consideran natural que la manutención económica esté a cargo de los padres. Estos adultos que se comportan como niños en la casa paterna son producto de una sociedad que fomenta en algún punto el hedonismo, el placer. 

Ha habido una renuncia muy grande de los padres en su propia vida estudiando algo por deber y no por placer".

Por ello, aquellos que tienen un buen pasar económico producto de ser profesionales exitosos y de no tener obligaciones económicas familiares, deciden gastar su dinero en viajes, tecnología, automóviles, etc.

Los hijos “bon bril” y el síndrome “Peter Pan”

Los hijos “bon bril” se niegan a crecer, son eternos adolescentes y por ello se les asocia con el “síndrome de Peter Pan”, que se refiere a aquellos adultos que tienen un comportamiento infantil y que prefieren permanecer con los padres a pesar de ser ya adultos.

La psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina Adriana Guraieb, explica sobre los hijos “bon bril”: “Estos jóvenes se resisten a abandonar la soltería y conservan una dependencia a su familia nuclear. También están los llamados ‘estudiantes crónicos’, que dejan colgadas materias y siguen sin independizarse con el pretexto de que para estudiar tienen que estar cómodos. A estos grupos de hijos se agregan los separados que regresan como jóvenes boomerang”.

Ahora bien, ¿qué pasa con los padres de los hijos “bon bril”?

No es casualidad que los hijos “bon bril” no quieran abandonar la casa paterna. En línea general, sus padres poseen determinadas características que los favorecen y estimulan. Son sobreprotectores, les gusta tener a sus hijos en el nido ya que si no cumplen el rol de padres, no sabrían qué hacer de sus vidas: el tener el nido vacío podría hacerlos tambalear emocionalmente e incluso poner en riesgo su propia vida de pareja.

Pero atención: a la vez, este fenómeno les impide a estos padres disfrutar de los logros obtenidos tras sus años de vida laboral. Descansar, viajar, utilizar la habitación vacía de sus hijos como escritorio o sala de música. Habitación vacía como una nueva habitación, creada para proyectos nuevos y relegados. Como salón de descanso, lectura, reuniones etc.

Estos jóvenes se resisten a abandonar la soltería y conservan una dependencia a su familia nuclear".

Se supone que cuando los hijos se independizan comienza una etapa de disfrute luego de décadas de postergaciones. Es su momento de reencontrarse como pareja, de irse de viaje o de poner un piano en la habitación vacía, lo que deseen.

Muchos prefieren el ‘hotel mamá‘, ya que así pueden ahorrar y seguir manteniendo un estilo de vida mucho mejor que el que podrían alcanzar por su cuenta.

"Los adultos jóvenes hoy tienen muchas expectativas, quieren tenerlo y vivirlo todo y eso cuesta. Vivir con los papás les permite salir y viajar, sin preocupaciones. Esta generación es la del no sacrificio, quieren tener una vida fácil, y vivir con los papás ciertamente lo es".

Al ser una generación de “cómodos” (yo agregaría de incómodos también, ya que todo esto tiene un costo), también les da pereza tener que afrontar responsabilidades como las relaciones de pareja. Estas son complejas y difíciles y como ya saben convivir con los papás y conocen sus rabietas, pues aplican el viejo adagio de más vale malo conocido que bueno por conocer. 

Por su parte, a la mayoría de los padres les gusta mantener a sus hijos consigo el mayor tiempo posible y fomentan esta situación.

Los adultos jóvenes hoy tienen muchas expectativas, quieren tenerlo y vivirlo todo y eso cuesta".

"Desde el punto de vista de los grupos étnicos hay variaciones. En el Mediterráneo y Suramérica hay una fuerte presencia del poder de los padres y el respeto que se les debe", explica. En la familia encuentran un apoyo sicológico que hace del hogar paterno un buen lugar para permanecer.

Pero para los “bonbriles” no todo es color de rosa. Aparte de tener que aguantar bromas acerca de su inmadurez o de ser vistos como holgazanes a pesar de que muchos tienen trabajos y ganan su propio dinero, el mayor problema es el de las relaciones de pareja. 

Ellos han optado por darle privilegio a la comodidad sobre la privacidad. Y si bien es cierto que para algunos ya no es problema que los hijos duerman en sus cuartos con sus novias, la mayoría siguen siendo conservadores al respecto.

Por eso se vuelven expertos en sexo furtivo. Empiezan a practicarlo en la pubertad y lo perfeccionan durante el resto de la vida. Como adolescentes tienen relaciones silenciosas y lo más increíble de todo, con la ropa puesta, para que nadie se dé cuenta. O deben buscar otros espacios para la intimidad.

Para los “bonbriles” no todo es color de rosa. Ellos han optado por darle privilegio a la comodidad sobre la privacidad, por eso se vuelven expertos en sexo furtivo.

Por supuesto, eso no les causa agrado a sus parejas y se puede convertir en un dolor de cabeza. Algunos cuentan ser cliente VIP de los hoteles alojamiento de la ciudad y no es muy agradable, y otros están aburridos de tener que salir a las 3 de la mañana a llevar a la novia porque en su casa no puede quedarse a dormir con él.

Explicado detalladamente dicho síndrome, regresamos a las Mujeres 5.0. Si deben enfrentar este nido lleno solas, puede ser que ese hijo o hija sea una compañía, o por el contrario, que se sienta invadida y muy imposibilitada a poner límites a esta relación que no logra madurar. Y les tengo una mala noticia si no se lo toman muy en serio….

Ante los señalamientos, los “bombriles” hacen oídos sordos. Al fin y al cabo, no les toca responder por nadie ni pagar cuentas como lo hacen quienes se vanaglorian de su independencia, por lo que las críticas no les hacen ninguna mella. Y, como responde un bon bril al preguntársele cuándo se va ir de la casa, todos parecen contestar al unísono: "El próximo año".