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Columnistas

Y los funcionarios de Cristina, ¿funcionan?

Por Jairo Straccia

El ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, no tiene idea de cuántos inquilinos hay en la Argentina. En una entrevista por radio, me dijo que tal vez son 3 millones, pero que la AFIP tiene contabilizados 200 mil contratos, lo que es lo mismo que decir que le importa cero el tema.

Según la Encuesta Permanente de Hogares del Indec el 19,7% de los hogares alquila, lo que equivale a 4,78 millones de personas en 31 aglomerados urbanos relevados a fin del año pasado. Magalí Zirulnikoff, de la Confederación Federal de Inquilinos y No Propietarios, calcula que ese número extrapolado a todo el país lleva la cifra a casi 8 millones de personas. 

Ferraresi habló sobre la ley de alquileres en ¿Y Ahora Quién Podrá Ayudarnos?

Desconocimiento I. Ferraresi tiene a cargo Desarrollo Territorial y Hábitat, con foco en la vivienda popular pero sin datos de alquileres.

Por el desconocimiento del tema del encargado del área, esta organización presentó una nota en el Gobierno el 20 de julio para reclamar que al menos haya información adecuada. Con aumentos del 60% en los últimos doce meses y renovaciones que duplican los precios de los contratos, Ferraresi tampoco tiene claro si hay que hacer o no cambios en la Ley de Alquileres, que estuvo en debate durante la campaña, en un contexto que por otra parte recuerda que las elecciones son esos actos en los que muchos votantes inquilinos eligen entre dirigentes propietarios.

Con aumentos del 60% en los últimos doce meses y renovaciones que duplican los precios de los contratos, Ferraresi tampoco tiene claro si hay que hacer o no cambios en la Ley de Alquileres.

Su par en el Ministerio de Medio Ambiente, Juan Cabandié, no está al tanto de que existe una ley de impacto ambiental nacional para la minería. En una entrevista que le hice en el canal Net en diciembre pasado, hablando de reclamos contra inversiones mineras en Chubut, afirmaba que es necesario sancionar una norma nacional, y cuando lo corregía diciéndole que ya existe la ley número 24.585 desde la década del 90, me lo negó varias veces. Este fue el diálogo que además se puede apreciar al final de este video que adjunto:

- Cabandié: Los recursos naturales son provinciales.

- Sí, pero la ley de impacto ambiental en minería es nacional, ministro.

- C: No, no existe una ley de impacto ambiental. 

- Pero hay una ley de impacto ambiental en minería desde los 90.

- C: Es una de las materias pendientes. Tendríamos que tener una ley, y la estamos promoviendo.

- Ojo ministro, chequéelo, porque existe. 

[fvplayer id="348"] Desconocimiento ii. El ministro Cabandié no sabía durante esta entrevista que existe una ley de impacto ambiental para la minería.

Genial. El Gobierno que busca reflotar la minería en provincias que tienen legislaciones contrarias a esa actividad e intenta vender la idea de una extracción de metales sustentable y amigable con la ecología tiene un funcionario a cargo de la materia que ni conoce la legislación al respecto. Tal vez lo que habría que mejorar es que haya una agencia nacional de evaluación para el sector, para que la autoridad de aplicación no sea provincial o municipal, pero el marco legal ya existe.

Dos años no son nada

Por otra parte, hace quince días fue eyectado de su puesto Esteban Kiper. Ocupaba una gerencia clave en la empresa público-privada del área eléctrica llamada Cammesa, pero era más que eso. Considerado por el periodista especializado Nicolás Gandini como “el mejor cuadro técnico de energía” de todo el Gobierno, había sido por ejemplo uno de los hacedores del plan Gas Ar, que si no se hubiera lanzado habría obligado al Estado a importar más combustibles durante este invierno con la consecuente sangría de dólares.

Mientras tanto, Federico Basualdo, the number one de los atornillados en este caso a la Subsecretaría de Energía Eléctrica, y Federico Bernal, el interventor del Ente Regulador del Gas, todavía no pudieron o no quisieron o no supieron presentar un plan para segmentar los aumentos de tarifas de luz y gas

Por ahora, no prosperó ni una idea para cobrarle más al rico que al que está en la lona, una política crucial que permitiría ahorrar en subsidios que terminan en los más pudientes y destinarlos a ayuda social u obra pública.  Tras dos años de mandato, ahora el Presupuesto 2022 que se presentó al Congreso insiste en que habrá una baja en los subsidios pero siempre y cuando haya de una vez por todas eso mismo: estratificación de los usuarios para así poder aplicar los incrementos que mantengan las cuentas relativamente ordenadas. No está claro si es un pronóstico o una expresión de deseos, pero ahí está. El oficialismo parlamentario ya advirtió que meterá mano en el texto que mandó el Palacio de Hacienda. Chan.

Por ahora, no prosperó ni una idea para cobrarle más al rico que al que está en la lona"

Como sea, los encargados de la política energética, así como también quienes se ocupan de los planes de vivienda o del cuidado de la ecología enfrentan problemas de gestión, fallas en el manejo de temas fundamentales o muestran déficit de formación en las materias que atienden, pero gozan de un activo crucial en tiempos de auditoría interna heavy luego de la derrota en las primarias: tienen el respaldo de la líder del Frente de Todos, Cristina Kirchner, o a lo sumo de su hijo Máximo.

Ferraresi es tan cristinista que hizo un edificio con la cara de la vicepresidenta cuando era intendente de Avellaneda. Cabandié, ex miembro de La Cámpora, tiene tan buena llegada a los accionistas de la coalición que fue quien tendió puentes entre Cristina y Alberto cuando estaban peleados, me refiero a cuando estaban peleados allá antes de armar la fórmula. Y Basualdo, ni qué hablar: hace gala de un apoyo power desde que lo quisieron desplazar de su puesto en abril pasado y no para de sumar poder. De hecho su salida que no fue terminó siendo el trailer de la película de despoder que vimos en los últimos quince días en el gobierno nacional, donde la autoridad de Alberto Fernández quedó devaluada ante ministros que lo desafían, una diputada que lo insulta y no pasa nada y una jefa que le exige cambios por carta y lo consigue. 

A propósito, una jefa que nunca ve funcionarios que no funcionan en la tropa propia

La pelea no termina

Ahí, en esa nebulosa de incertidumbre navega mientras tanto la conducción económica, con pavada de desafíos: lidiar con los problemas estructurales del país de la rueda del hámster, exacerbados por la herencia de Macri y potenciados por una pandemia repleta además de pifies oficiales autoinflingidos por una maquinaria de poder que cruje en internas por las obsesiones judiciales de su líder principal. Todo, además, complicado en la coyuntura por el modo yihadista suicida en el que entran los gobernantes en la Argentina cuando pierden una primaria y van camino a caer en las elecciones generales.

Sin éxito. El ministro de Economía aún espera que en el área de Energía terminen la esperada "segmentación" de usuarios de luz y gas.

Cuestionado por sus políticas fiscales en la carta magna, el ministro de Economía, Martín Guzmán por ahora se mantiene y da pelea. Salió por radio a -herejía- decirle a la jefa que está erradísima con los números de lo que pasa en el país. Mamadera, aunque le clavó cuatro veces el elogio “excepcional” sabe que juega al límite. O sorprende y logra un punto de inflexión en la mirada económica de un gobierno que deja la piel por una remontada en las urnas o se está despidiendo con audacia. Se anticipan más rispideces: Andrés “el Cuervo” Larroque, de La Cámpora, ya le contestó: “Más allá de discusiones técnicas, no es tiempo de amarretear”

O sorprende y logra un punto de inflexión en la mirada económica de un gobierno que deja la piel por una remontada en las urnas o se está despidiendo con audacia.

Son horas delicadas para el economista que regresó de Nueva York, que sin embargo no para de redoblar la apuesta. Mientras lo acusan de estar haciendo un ajuste fiscal y él dice que sólo está reduciendo el déficit, mandó foto a los medios con un anuncio: una baja las retenciones a la exportación de servicios, el sector donde pesan los unicornios tipo Mercado Libre o Globant. “Esperemos que sea una medida con respaldo en toda la coalición”, reflexionaban en la Casa Rosada. El temor: que alguien del cristinismo interprete que el ministro tiene margen fiscal pero que prefiere usarlo para darle beneficios impositivos a las empresas que siempre fueron emblema de la prosperidad entrepreneur del macrismo.

Formas de decir agridulce

“Sobrevivimos por ahora, pero todo sabe a mierda”, dicen por otro lado entre funcionarios del área económica que no saben qué les deparará después del día de la votación definitiva. Sobre todo viendo a Biondi, por recordar de una manera vintage la suerte que corrió el vocero que renunció y evidenció cómo el Presidente suelta sin problemas a los propios que son apuntados, por más que lo humillen y se lo exijan en público.

Son los días de los albertistas que quedan, o los días que les quedan a los albertistas. Habían llegado en 2019 con el sueño de poder transformar al kirchnerismo en una plataforma que aún con sus mugres originales pudiera dar lugar a una fuerza de centroizquierda más o menos en sus cabales, que pudiera enfrentar los quilombos de la macroeconomía que ya solucionaron con gestiones de ese palo países como Bolivia o Uruguay y armar un camino de crecimiento que saque gente de la pobreza y se pueda mantener en el tiempo.

Una idea que volvió a cobrar fuerza fugazmente en esas horas de rebelión de la semana de la guerra a cielo abierto en el oficialismo. Ahí cuando los ministros cristinistas amenazaron con irse y algunos laderos del Alberto Fernández dialoguista y tiende-puentes que alguna vez habitó la Casa Rosada pensaron que quizás podían plantarse e intentar otro camino, un plan imaginario que duró apenas un suspiro. El jefe de Estado, entienden, claudicó y los dejó en banda, con una fecha de vencimiento pegada en el imán de la heladera de sus vidas: 14 de noviembre

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