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Columnistas

Hoy tampoco será el fin del mundo

Por Patricio Barton

De todas las cosas que pasan son pocas las que suceden. Todos los hechos del mundo son relatos. Así es como llegan a cada uno de nosotros. Sabemos que ocurren cosas, pero casi ninguna está a nuestro alcance. La erupción de un volcán en las Islas Canarias, la conferencia anual de las Naciones Unidas o una reunión de gabinete son hechos que se dan por ciertos sin que sea necesario haber estado allí. La verdad surge más del relato que de la experiencia.

Mientras dormimos la acción se detiene, pero el mundo sigue andando: pasan cosas. De todos modos, los sucesos llegarán a la mañana en boca de nuestros narradores más confiables o en el grito de los más estridentes. Se llama información.

En los sueños es diferente. Ahí no hay nadie que diga nada, todo es lo que sucede, pura acción. Por eso los sueños son más reales. Pero la corporación de La Realidad atiende en otro lado.

En la vigilia es más importante tener quien nos cuente las cosas que hacerlas. Y de esa confianza surge el abuso informativo.

Todo el tiempo nos sometemos al relato de cosas que no están pasando.

Yo sueño con un diario de cobertura tardía. Podría llamarse El Diario de Lunes, un medio que publique solamente lo que no ocurrió: la consagración de la “no noticia”.

Ahora mismo lo que dice esta columna podría ser menos cierto que ese sueño de anoche. Y si se trata de soñar, yo sueño con un diario de cobertura tardía. Podría llamarse “El Diario de Lunes”, un medio que publique solamente lo que no ocurrió: la consagración de la “no noticia”. La idea puede parecer descabellada hasta que se revisan viejas informaciones publicadas aquí y allá. Hay material de sobra. De sobras.

Cada tanto se informa que un asteroide está por chocar contra la Tierra, y aún estamos esperando el impacto. Cada vez que sucede un eclipse se dice que el próximo podrá verse dentro de varias décadas. Sin embargo, hay un eclipse a cada rato. Los resultados de una encuesta a boca de urna son reales hasta la hora del escrutinio.  El colapso sanitario es número puesto, pero no sale. La muerte de la radio, el fin del kirchnerismo, el retiro de Mirtha Legrand son hechos que ya ocurrieron en el relato de lo que pasa.

Alerta. Urgente. Reiteramos. El fin del mundo puede ser anunciado en cualquier momento, pero no impedirá que antes pueda pasarse un chivo de una crema antihemorroidal. Ahora sí, vamos al móvil.

Es muy difícil comentar la realidad, y es tan tentador inventarla.

Es como si un oso panda pensara que tras su inminente extinción también se esfumará el planeta.

Los humanos nos acostumbramos a llamar “fin del mundo” a lo que en verdad sería el fin de la civilización. Así es el relato del más grande depredador que cree que su desaparición implica necesariamente la extinción de todo el bicherío que vive en la Tierra. Es como si un oso panda –conocedor de que los ejemplares de su especie se cuentan con los dedos de una pata- pensara que tras su inminente extinción también se esfumará el planeta. Para nosotros el mundo se termina cuando no quede nadie para contarlo. El “diga lo que diga” vale más que el “pase lo que pase”.

Sin embargo, toda la información vertida hasta aquí en esta columna es sólo una introducción para poder contar lo único que de verdad importa: “Anoche soñé que un asteroide chocaba contra la tierra”.