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Columnistas

“La autoestima en la Mujer 5.0”: una construcción hacia la libertad

Mujeres 5.0

Por Daniela Rago

Sabemos, en línea general, que los cincuenta son una etapa muy linda, fructífera y de paz. A la par que también de algunos cambios, cambios en el cuerpo que hay que enfrentar y elaborar. El cuerpo tiene movimientos, son una montaña rusa de cambios hormonales, que desestabiliza a cualquier mujer en línea general. ¿Pero qué sucede con aquellas mujeres que además, se encuentran débiles o pasaron por situaciones difíciles en relación a su amor propio, en sus relaciones afectivas, relaciones con los otros, en lo laboral, con su pareja, o que ya vienen con una carga pesada del pasado que no les permitió fluir satisfactoriamente?

Hay momentos en los que la autoestima está baja, problema al que se enfrentan la mayoría de las mujeres pero que no hay que ignorarlo y lo que podríamos hacer es adoptar una estrategia útil para afrontarlo. Toca ponerse manos a la obra para recuperarla, para valorarse de nuevo. Y en este camino por recorrer, la autoestima no está escrita en piedra: lleva tiempo y práctica desarrollar estima, respeto, reconocimiento y amor incondicional por una misma.

Se preguntarán ¿cuáles son los principales indicadores de una baja autoestima para la mujer? Acá hacemos referencia a Morris Rosenberg, al que definen como el gran pionero referente en los estudios científicos en profundidad sobre la autoestima y creador de la “Escala Rosenberg” —la herramienta más utilizada en investigación—, quien decía que “nada es más estresante que la falta de ese pilar seguro que es la autoestima”. ¿Cuáles serían sus consecuencias? Relaciones tóxicas, estrés acumulado, cambios en el estado de ánimo. Los estudios de este reconocido experto mundial revelan los principales indicadores de una baja autoestima, que en resumen serían: sensibilidad ante las críticas, aislamiento social, hostilidad, preocupación excesiva por los problemas personales, además de síntomas físicos como la fatiga, el insomnio o los continuos dolores de cabeza. Nosotras le agregaríamos la preocupación eterna por nuestro cuerpo, la dificultad para poner límites y varios más.

¿Y en el caso concreto de las Mujeres 5.0? Si miramos para atrás en el tiempo, es cierto que la mujer ha tenido que luchar por demostrar o hacer valer su sitio en la sociedad. Las mujeres de hoy, las mujeres modernas, vivimos muchas veces inmersas en un molde que nos impuso la sociedad. Este modelo se comenzó a tejer en la infancia, a través de la recepción de mensajes, en muchas ocasiones poco saludables, acerca de lo que significa ser mujer: la necesidad del éxito laboral, de conservarse hermosa y sexy, el matrimonio perfecto, los hijos sanos y brillantes, el trabajo diario, mantenerse en forma, una activa vida social, y en este camino lleno de exigencias, muchas veces, las mujeres vamos perdiendo nuestro verdadero deseo.

De manera consciente e inconsciente intentamos adecuarnos a las innumerables exigencias del medio social en el que vivimos y nos vamos atando cada vez más a la necesidad de aprobación. Según la coach Victoria López, especialista en autoestima de las mujeres, “las personas con una autoestima sana, en su día a día, son capaces de captar mensajes de aceptación y confianza; aquellas con una autoestima baja, sin embargo, reciben duros mensajes de crítica, castigos por los errores propios, y menosprecio por los logros alcanzados”.

La baja autoestima afecta nuestra vida diaria, nos hace sentir mal, nos produce una sensación de profunda tristeza y no nos permite disfrutar de todo lo maravilloso que podemos dar y ser. Sus características más habituales son:

  • No nos aceptamos tal cual somos.
  • Estamos obsesionadas con ser “perfectas”.
  • No aceptamos nuestro cuerpo y menos el paso del tiempo.
  • Indecisión y duda crónica.
  • Somos o estamos demasiado susceptibles.
  • Miedo y ansiedad.
  • Nos enfadamos con frecuencia, demasiada irritabilidad.
  • Complacemos sin límites.

La autoestima no tiene nada que ver con lo que tenemos, lo que sabemos o lo que somos. Sino que, con aquellos pensamientos, sensaciones, emociones que tenemos sobre nosotras mismas. La valoración que realizamos sobre nosotras mismas es fundamental.

Hay personas que buscan desesperadamente la mirada del otro para mantener en equilibrio su autoestima. Por esto, los problemas en los vínculos pueden aparecer, por ejemplo, cuando uno de los miembros de la pareja recobra parte de la autoestima perdida y se da cuenta de que necesita más espacios que la relación no le puede brindar. Suele verse cuando uno de los dos quiere poner fin a la relación o reacomodar las reglas del juego, empieza a tomarse espacios propios que desconciertan al otro que suele recriminar con frases tales como “no me consultaste, por qué hiciste esto sin decirme o para qué vas al gimnasio si total…” Es importante que los procesos de diferenciación no sean vividos como catástrofes personales.

La autoestima va evolucionando a medida que vamos desarrollándonos como personas y viviendo nuevas experiencias. Por tanto, ¿la autoestima se puede mejorar, desarrollar, madurar? Obviamente, sí. Y esa mejora es el resultado de un proceso, un compromiso diario, un trabajo personal y un animarse a realizar una mirada profunda hacia dentro, hacia nuestro interior, y sobre todo apostar al deseo de conseguirlo.

Qué dura resulta a veces la vida diaria donde hay tanta presión, rivalidad, y donde suele imperar también un permanente culto a la juventud eterna. Y, sin embargo, las mujeres hemos ganado una elegancia interna extraordinaria, algo sutil que golpea precisamente por esa absoluta autenticidad que es, asimismo, aceptación y valentía de nuestra parte. Hay que tener bien alta la autoestima para exhibirse con naturalidad.

En las décadas anteriores se solía aconsejar que no hay que reírse mucho, porque con la risa se marcan las arrugas, sin embargo, hoy revalorizamos el dictamen de un proverbio japonés, que dice que el tiempo que pasa uno riendo es tiempo que pasa con los dioses.

La mujer 5.0 es una verdadera construcción continua de autoestima, y en esa elaboración va procesando una estima fuerte, con base segura, libre de contaminantes sociales, culturales y afectivos. El ser mujer se libera con todo su esplendor, la mujer de cincuenta lo sabe y lo hace valer a cada paso.

La etapa de los cincuenta en las mujeres es la más linda de la vida. Etapa donde la mujer deja ciertos prejuicios sobre su propia vida, ya no le interesa lo que le importaba antes, ya no le da tanta trascendencia a lo que dicen los demás, a ciertos pensamientos negativos que vienen a su mente.

La Mujer 5.0 está aprendiendo a surfear las olas, a disfrutar de ese mar. Está aprendiendo cómo hacerlo a través de las vivencias que ya pudieron superar, por eso las mujeres de cincuenta estamos en la etapa más linda para charlar y divertirse. Somos mujeres muy alegres, desprejuiciadas, que nos atrevemos y se arriesgamos a todo, es algo maravilloso porque ya no tenemos que mostrar una imagen de nosotras mismas, ahora simplemente somos nosotras mismas.

Las Mujeres 5.0 nos animamos a más, es el gran momento del riesgo porque en algún punto sentimos que ya no podemos perder nada. Y las mujeres ya no pueden perder nada porque todo es accesorio, ellas se establecieron a esta altura de la vida con sus seguridades internas afianzadas.

A los cincuenta se comienza a estar en paz en todas las áreas de la vida y esa paz, nos permite construir. Si estaban en guerra o en crisis antes, esa energía la gastaban en las batallas cotidianas y era agotador. En cambio, a los cincuenta se logra encarar esa vida cotidiana de otra manera, se dejan fluir, se dan menos vueltas a las cosas o cuestiones varias, el tema del cuerpo ya no es una batalla que hay que librar, sino algo que ayuda a cumplir metas y deseos.

En línea general, todavía, cuando le preguntan a un hombre cómo ve a una mujer de cincuenta, de seguro responde que están bárbaras, mejor o igual que una de veinticinco años. Pero atención porque relacionar a una mujer de cincuenta con una de veinticinco es un análisis parcial de la mujer, es un yo miro a la mujer por fuera, no miro a esa mujer que se construyó. La vida misma es una continua construcción, la mujer de cincuenta es una mujer que se construyó en el adentro y eso se ve expresado en el afuera.

Saben que su tarea diaria es aprender a verse de forma integralmente, la lectura integral nos trae estima. Antes la estima era cumplir con un parámetro que la cultura nos pedía, y si no estaba cumplido, venía la angustia, la tristeza, la culpa, el autoreproche: “no soy la mujer perfecta, no soy la correcta, no tengo el cuerpo que se desea, no soy tan capaz, a mí nadie me quiere, no tengo un hombre a mi lado” y tantas falsas consignas que sostenían un ideal de mujer impuesto por la sociedad y no por nosotras mismas.

A medida que va pasando el tiempo y la mujer 5.0 crea el proceso de construcción se van dando cuenta de que no tienen que responder a ningún aplauso, que además no tiene que venir del afuera, sino que tiene que venir de su propio interior. Podemos alegrarnos y felicitarnos por aquellos pasos que dimos en la vida, se terminaron las desgastantes batallas internas. Las Mujeres 5.0 estamos bien con nosotras mismas y sabemos cómo valorarnos y hacernos valer por los demás.

De alguna manera, todo esto aumenta la calidad de vida, ahora no interesa pelear por tonterías, y no por dejarse ganar, sino porque no quieren discutir temas que ya tienen resueltos o no les interesan de verdad. Las mujeres son de retener: retienen líquidos, recuerdos, afectos, sueños. Pero a los cincuenta aprendieron a despojarse de complejos, límites, engaños, autoengaños, aprendieron a dejar ir, a soltar lo que les pesa.

La Mujer 5.0 se dio cuenta que no llegó a este mundo para satisfacer las expectativas de nadie, solo las de ella misma en la comunión placentera con el otro.