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Columnistas

A 30 años de Sabatini-Graf: la derrota argentina que más lamenté en mi vida

José "Chiche" Almonzy

Por José "Chiche" Almozny

Conocí a Gabriela Sabatini cuando tenía siete años cuando jugaba al tenis en River y su entrenador me invitó a verla. A partir de ahí, la empecé a ver seguido e hice una muy buena relación con la familia. Nunca pensé que iba a llegar tan lejos, y menos a jugar la final de Wimbledon el 6 de julio de 1991. 

En 1990, Sabatini ganó el US Open, su primer y único Gran Slam a Steffi Graf, por entonces favorita a quedarse con torneo. Pero no es de ese memorable partido que les voy a contar, sino de otra histórica final que se dio al año siguiente.  En Wimbledon, la argentina y la alemana se vieron las caras por tercera vez en un torneo grande: la primera había sido en 1988 en el que se consagró Graf y la mencionada de 1990, Sabatini. Parejo.

Yo estuve en las dos semanas que dura Wimbledon. La primera llovió mucho y los partidos estaban muy atrasados, por lo que se jugó por primera vez en la historia una final de Wimbledon el domingo, ya que para los ingleses es un día de descanso. Me encontraba en el centro de Londres y me tomé el tren que me dejó en Southfields. Fui con mucha expectativa. Quería que ganara Gabriela por una cuestión de historia personal.  

Estuve mucho tiempo pensando en ese punto y en lo que pudo haber sido. Después de 30 años, sigo pensando que fue una de las derrotas argentinas que más lamenté en el deporte.  

Me bajé en la estación y caminé siete cuadras para llegar al estadio donde había mucha cola para ingresar. Sabatini estaba haciendo el precalentamiento en un estadio auxiliar con su entrenador. Cuando ella estaba peloteando, me encuentro con Osvaldo, el padre de Gabriela, y me tomo un café: "Hoy la petisa gana", me dijo.

Cuando la veía ingresar, yo me daba cuenta si Gabriela quería ganar: tenía una actitud distinta. Había días que entraba sin ganas, pero esta final creía que la podía ganar. Sentía mucha tensión porque Gabriela no solamente ganaría Wimbledon sino que se convertiría en la número uno del mundo.

Gabriela no solamente ganaría Wimbledon sino que se convertiría en la número uno del mundo.

El estadio estaba repleto. A mi lado estaba Lady Di que no paraba de aplaudir los tantos de Gabriela. Éramos muy pocos los periodistas que estábamos cubriendo el partido. Previo al encuentro, en la sala de prensa, los italianos, que amaban a Gabriela, nos preguntaban a los periodistas argentinos cómo creíamos que le iba a ir a Sabatini. 

El partido comenzó. Gabriela perdió el primer set 6-3, pero ganó el segundo 6-4. El tercero estuvo muy parejo. Habían jugado dos horas en total. Sabatini quiebra el servicio de Graf y se pone 6-5 . En ese game quedan 30-30: Gabriela estaba a dos pelotas de lograr la gloria. La argentina no tenía un gran servicio, pero tenía una gran volea y un buen revés.

En ese momento yo trabajaba en Radio Del Plata y cada 5 minutos me metía para actualizar el resultado. El último game me dejaron al aire para que lo relatara completo. El primer servicio se fue afuera, pero el segundo entró. Graf pegó una volea cruzada impresionante que Sabatini devolvió. La tenista alemana hizo un slice y ante esto, Gabriela respondió para ir hacia la red. Regresó la pelota y la argentina se la complicó a Graf, que hizo un revés. Por lo tanto, la pelota quedó un poco alta y Sabatini hizo una volea corta... increíblemente, Graf llegó y la cruzó para ganar el punto. Quedó 30-40. Graf metió una derecha impresionante para quedarse con el game y ponerse 6-6. La alemana mantuvo el servicio, Sabatini perdió nuevamente su saque y en consecuencia Graf consiguió el título.

Graf comenzó a llorar, mientras que Sabatini fue al vestuario para cambiarse y recibir los premios por parte de los duques de Kent. Gabriela no logró la victoria, pero se metió en los corazones del público inglés. Tras el partido, hablé con ella: dijo que jugó muy bien ese punto y que fue a ganarlo. Lamentablemente, estaba Graf del otro lado. 

Estuve mucho tiempo pensando en ese punto y en lo que pudo haber sido. Después de 30 años sigo pensando que fue una de las derrotas argentinas que más lamenté en el deporte.

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