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Columnistas

Como decía Nebbia, o alguien parecido

Por Jairo Straccia

Era jodido que al Presidente se le cruzara en una conferencia de prensa una canción de Litto Nebbia y en ese contexto saliera bien parado. Los hits de uno de los padres del rock argentino que más tenemos en la cabeza son traicioneros fuera de su contexto musical y muy difíciles de remar como mensaje político.

Imaginate si compartiendo un acto con la vicepresidenta Cristina Kirchner, Alberto Fernández tiraba “estoy muy solo y triste acá en este mundo abandonado”. Imposible que no fuera interpretado como un relato de su situación en el Frente de Todos. Ni qué hablar si tratando de convencer a inversores sobre los próximos pasos del plan económico soltaba “construiré una balsa y me iré a naufragar”. Hubiera sido la confirmación inconsciente de los peores augurios de quienes no ven un rumbo claro y temen que nos peguemos un palo.

Pero al mismo tiempo es una especie de gran meme oficial del momento de confusión que atraviesa el Presidente

El moco que se mandó el jefe de Estado frente a su par español Pedro Sánchez cuando quiso resaltar la fuerte inmigración que ha llegado desde la península Ibérica y terminó irritando a brasileños y mexicanos con eso de que unos vienen de la selva, otros de los indios y nosotros de Europa, por un lado es desopilante. Creyó que citaba al escritor Octavio Paz cuando en realidad lo que le brotaba era la letra de “Llegamos de los barcos” de su admirado Nebbia. Pero al mismo tiempo es una especie de gran meme oficial del momento de confusión que atraviesa el Presidente y una postal hasta divertida del equilibrio de borracho con el que se está moviendo todo el Gobierno por estas horas.

 

El mono tremendo

El colmo de la mala gestión fue el caso de las deudas sorpresa que le aparecieron esta semana a millones de monotributistas. Hay entre ellos muchos pequeños contribuyentes que hacen malabares para estar al día y de golpe vieron como ese ojo de Sauron que es la web de la AFIP les cantaba que debían en algunos casos hasta el 20% de sus ingresos mensuales.

Todo fue una sucesión de enredos, desidia y desatenciones. El Estado había anulado el año pasado el índice por el que se actualizan cuotas y escalas del régimen simplificado de impuestos. La gente siguió pagando entonces en 2021 lo mismo que en 2020. El Poder Ejecutivo había mandado en diciembre una ley al Congreso para subsanarlo y actualizar todos los topes un 35%. La cosa es que tardaron 5 meses en sacar la ley, por lo que se puso en marcha recién ahora en junio. Nadie lo pensó, pero se había establecido en la norma votada sin rechazos la increíble idea de aplicarlo retroactivo desde enero. Todo el mundo que había pagado la cuota vieja en los primeros cinco meses ahora acumulaba una deuda por la diferencia con los nuevos montos. Yapa: el sistema funcionó mal y la deuda surgida por medidas y demoras de la administración pública se había calculado con intereses resarcitorios. Cuando los monotributistas pusieron el grito en el cielo, se llegó a ofrecer una moratoria, en 20 cuotas. Pero también con intereses. Inverosímil.

Es espectacular el intento de convertir un pifie tamaño Godzilla como el que se mandaron en una buena noticia.

Lo loco es que ahora que la Casa Rosada reaccionó y mandó otro proyecto de emergencia para anular esas deudas inexplicables, cada vez más funcionarios destacan el logro del “alivio a los monotributistas”. Genial. Lo dijo el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el jueves en televisión. Lo subraya en las entrevistas que está dando el embajador en Brasil, Daniel Scioli, cuando se cansa de que le pregunten por el salen-de-la-selva-gate. Es espectacular el intento de convertir un pifie tamaño Godzilla como el que se mandaron en una buena noticia porque van a estar devolviendo plata en medio de la campaña. Chapeau.

Ojo: si corregir cada error le garpa al Gobierno en términos políticos porque así  fabrica extraños éxitos momentáneos estaríamos ante un novedoso modus pifiandi. Hay tal quilombo en la toma de decisiones en la coalición oficialista que muchas medidas a priori salen mal, a medias, con errores no forzados, hasta que alguno canaliza la enmienda. Otra vez Nebbia: “Andar nuevos caminos, te hace olvidar el anterior; ojalá que eso pronto suceda, así­ podrá descansar mi pena, hasta la próxima vez”.

Es un funcionamiento que cuesta caro: en el medio se va por el inodoro la autoridad presidencial, más aún en tiempos de bloopers producto de lo que te va quemando el bocho la pandemia. “Vayan y contágiense”, dijo el viernes Fernandez, y corrigió rápido: “Vayan y vacúnense”.

Massa 24x7

Parece un formato a pedir del titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que no para de inventarse mundos de influencia y figuración con esa nestoriana disposición a la rosca que le elogiaba el finado banquero y amigo suyo Jorge Brito: “Cómo querés que no se meta en todo, si los ministros en este gabinete se hacen la paja, y Sergio trabaja 24x7”. Más allá de si el tigrense se masturba o no, lo cierto es que esta semana hubo escenas de massismo explícito.

El martes, el líder del Frente Renovador sonreía satisfecho comandando la sesión conjunta de las Comisiones de Salud y Legislación General a las que convocó al capo de Pfizer en la Argentina, Nicolas Vaquer, y al titular del laboratorio Richmond, Marcelo Figueiras. Algunos dudan de si la Casa Rosada estuvo al tanto de la movida, un show 100% estilo congreso yankee y 100% modo Massa. A propósito, este fin de semana el propio Massa está yendo también a Estados Unidos a tirar lazos con pares estadounidenses para jugar en el apoyo por la negociación con el Club de París y el Fondo Monetario Internacional. Realidad o postal del humo, nunca se sabe en el inacabable mundo de Sergio.

Hubo más. El jueves a la tarde, Massa le puso la firma al proyecto del salvataje de los monotributistas. Llamó la atención que en la foto que compartió con el Presidente y el ministro de Economía, Martin Guzman, no estuviera la jefa de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont, y sí el secretario de Hacienda, Raul Rigo. Ya había tenido otro roce con la jefa de los sabuesos cuando se había abrazado a la suba del mínimo no imponible de Ganancias para asalariados de hasta 150 mil pesos brutos, otra iniciativa electoralista que Marcó del Pont hubiera preferido no priorizar.

Llamó la atención que en la foto que compartió con el Presidente y el ministro de Economía, Martin Guzman, no estuviera la jefa de la AFIP, Mercedes Marcó del Pont.

Como sea, también son muchos los que están esperando una patinada del hombre de la sonrisa siempre blanca. A pesar del tándem que ha construido con el titular del bloque de diputados oficialistas, Máximo Kirchner, la pregunta es si en algún momento tanta injerencia no lo hará comerse el amague de que está para más y termine freezado o en la banquina del Frente de Todos.

Una chicana se escuchaba por lo bajo mientras exponían los laboratorios: ¿para cuándo una audiencia con sus amigos empresarios Daniel Vila, Jose Luis Manzano y Mauricio Filiberti para que expliquen el desembarco en Edenor, que tiene fuertes deudas con el Estado?

Sería una deriva muy copada si se volviera una costumbre ver al sector privado hablándole a la sociedad ante los legisladores, sobre todo en un país donde el acceso al Estado suele habilitar el acceso a negocios que nos pasan lejos. Que los macristas convoquen a Cristobal Lopez y Fabian De Souza. Que los kirchneristas llamen a las concesionarias de autopistas ex socias del grupo Macri.

Difícil, ¿no?

Nebbia: “Viento, dile a la lluvia, que quiero volar y volar”.