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Columnistas

Lejos de ser un país serio

vuelos

Por Manuel Sierra

Si existe una palabra para definir a la actividad turística en tiempos de pandemia es: imprevisibilidad. Y no hay nada que atente más contra la misma actividad turística que la falta de certezas. No se puede organizar un Congreso sin fecha cierta de realización, no se puede reservar una noche de hotel sin una fecha precisa, no se pueden programar unas vacaciones familiares sin saber cuándo y a dónde podremos irnos.

Bueno, la realidad es que, más allá del virus, todo eso sucede en el día a día del negocio turístico acá y en el mundo.

La situación provocada por el Covid 19 nos lleva a avanzar dos pasos para inmediatamente retroceder tres, con desafíos cotidianos que mutan permanentemente y nos dejan siempre mirando para atrás. Ahora bien, si a eso le sumamos nuestras propias impericias, la cosa se complica. En nuestro país estaríamos viendo como los responsables de autorizar las operaciones aéreas se equivocan sistemáticamente con sus poco ortodoxos procedimientos.

No se puede organizar un Congreso sin fecha cierta de realización, no se puede reservar una noche de hotel sin una fecha precisa, no se pueden programar unas vacaciones familiares sin saber cuándo y a dónde podremos irnos.

Desde que el Ministerio de Salud pidió que se redujeran a 2000 la cantidad de pasajeros que ingresan y egresan del país por día -en distintos horarios para evitar las aglomeraciones-, es la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) quien autoriza o rechaza los vuelos solicitados por las compañías aéreas.

Tal vez el desconocimiento del complejo entramado que implica diseñar una red de rutas para una compañía aérea, provoca que las decisiones se tomen con tan pocos días de antelación, no lo sabemos sinceramente; pero las demoras que provoca la ANAC para autorizar los vuelos generan más de un dolor de cabeza a las líneas aéreas, los agentes de viajes, y, fundamentalmente, a los pasajeros.

¿No sería más lógico darles previsibilidad a todos planificando 3 o 6 meses y después cancelar operaciones, de ser necesario, si los contagios se desmadran?. ¿Por que nos llama la atención que siendo tan pocos vuelos diarios y semanales, para las 18 compañías aéreas que siguen conectando Argentina con el mundo, las autorizaciones salgan a cuentagotas, sobre las fechas de los vuelos solicitados, y sin cubrir la totalidad del mes en curso?

Esta imprevisibilidad daña la poca sustentabilidad que le queda al negocio turístico, sin dudas.

Un botón de muestra: el día 4 de junio Ethiopian Airlines informó que ANAC autorizó el tránsito de pasajeros entre San Pablo-Buenos Aires-San Pablo para los vuelos que la aerolínea operaría el 7 de junio. ¿Qué previsibilidad tuvo la línea aérea o los agentes de viajes para vender ese vuelo? Tres días y entre ellos un fin de semana.

¿Por que nos llama la atención que siendo tan pocos vuelos diarios y semanales, para las 18 compañías aéreas que siguen conectando Argentina con el mundo, las autorizaciones salgan a cuentagotas?

A ver, si sabemos de antemano que las aerolíneas van a arribar con restricciones que oscilan entre el 30 y el 50% de la operación previa, y también sabemos que tenemos que darles una franja horaria de dos horas entre cada aterrizaje y despegue -para que no se nos junten los pasajeros-, ¿Es tan difícil armar un calendario que permita a las aerolíneas y a los pasajeros saber cuándo y a dónde?

Días pasados, una delegación de nuestro país participo en la Feria Internacional de Turismo de Madrid, FITUR, ¿Cómo habrán negociado con Iberia, Level, Air Europa, Lufthansa, Air France o KLM el futuro de las conexiones aéreas entre ellos y nosotros sin sentir un poco de vergüenza por la desprolijidad que exhibimos diariamente?

En un mundo donde el profesionalismo se valora cada vez más, nosotros seguimos apostando por los favores políticos. Una pena. Cada vez más lejos de ser un país serio.