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Columnistas

Friends, el dulce recuerdo que ríe otra vez

Coqueteando con la melancolía y las carcajadas, el especial de regreso de la serie mantiene a salvo la leyenda y sale airoso del trance más difícil: competir contra sí mismo.

Hagamos el ejercicio de creer que es real. Que lo que pasa en el especial de reunión de Friends no tiene esos guiones diseñados con pantógrafo láser y pulidos al milímetro y que mucho de lo que sucede en la hora y media estrenada por HBO Max el 27 de Mayo pasado es realmente genuino.

Si el lector es ultra mega fan de la serie ya lo habrá encontrado listo para ver en algún recoveco de internet, pero sino evitaremos el spoiler criminal. 

Había un riesgo latente en el sólo te pido que se vuelvan a juntar: competir contra la propia leyenda. Y competir contra aquellas caras bonitas, aquellas caras graciosas, en el pico de su curva actoral y competir contra Joey, Rachel, Chandler, Monica, Ross y Phoebe. Ver si el dulce recuerdo es capaz de reír otra vez.

Por eso al comienzo uno los ve a ellos pero en realidad son Matt Le Blanc, Jennifer Aniston, Matthew Perry, Courteney Cox, David Schwimmer y Lisa Kudrow diecisiete años después los que uno a uno entran al mismo estudio donde pasaron una década para reencontrarse con los lugares, los colores, los objetos, con los fantasmas del ayer. Algo ha pasado en los pómulos de todos (y en los dientes de Chandler). Hay arrugas lógicamente y algunos gestos perdidos. El tiempo martiriza aún cuando los tratamientos para frenar lo irremediable se tienen tan a mano. 

En ese primer instante de la Reunión aparecen las lágrimas que se repetirán varias veces a lo largo del show. Hay un aire de melancolía en ellos y en el que mira, que en silencio pide que esto no sea un papelón como tantos regresos y que esté a la altura de. Lisa Kudrow parece ser el núcleo alrededor de la cual giran los demás, algo tensos, en ese momento inicial donde la cuarta pared de aquéllos famosos departamentos queda al descubierto y vemos que no son ni tan grandes como parecían, ni estaban tan lejos unos de otros.

En ese primer instante de la Reunión aparecen las lágrimas que se repetirán varias veces a lo largo del show.

El programa se plantea como una montaña rusa emocional. Esa cuestión de cuánto fue guionado y cuánto fue genuino se bate varias veces a duelo porque no está planteado como un capítulo formal a la vieja usanza sino que es un ida y vuelta entre anécdotas,  epic moments, relecturas de gags claves de los guiones (acaso de lo más destacado porque los cuatro aún consiguen los mismos tonos y gestos tan identificables) y una entrevista tirando a normalita a cargo de James Corden, el conductor del célebre Carpool Karaoke.

Como sucede en los partidos despedida de alguna leyenda del fútbol hay momentos donde la vieja magia vuelve a salir. El mismo Ross (Schwimmer) lo reconoce tras ver el set: “hubo un momento de shock, y después una regresión instantánea”. 

Reese Witherspoon, hermana de Rachel en el show original e invitada a este de la explica uno de los secretos de porqué funcionó: “eran todos actores en roles líderes pero lo primordial era la química. El amor por el otro”. 

Otra mirada: Friends, regreso sin gloria. Por Diego Rojas

Esa química aparece durante varios tramos y de repente todo fluye y los diálogos vuelven a ser certeros y veloces y la pelota circula de primera y se encuentra aquella dinámica que salía de los guiones pero que cobraba vida propia cuando esos textos eran actuados pero todo se corta cuando el implacable paso del tiempo vuelve a 2021. Chandler (Perry), acaso el más castigado por la vida post Friends, está claramente a otro ritmo y sus remates ya no tienen el impacto de los años de gloria. Como un viejo delantero tirando de afuera en su partido despedida y apenas llegando al arco. Pero Joey mantiene el punch y sale al rescate más de una vez.

Friends, un auténtico fenómeno cultural global fue la reina de las sitcoms durante seis años seguidos de los diez que estuvo al aire. Sus repeticiones vistas hasta el hartazgo (100 mil millones de reproducciones a lo largo de todas las plataformas), sus diálogos aprendidos de memoria por cientos de miles de fans, han atravesado el mundo aun cuando la realidad social y económica de tres chicos y tres chicas blancos de Nueva York poco tengan que ver con tantas otras realidades sociales alrededor del mundo. Pero esa empatía y el hecho de centrarse en un tema tan simple y transversal como la amistad la convirtió en un clásico.

A sus protagonistas en super estrellas y a los fans en socios de una hermandad que este especial viene a refrendar. A recordarte porque reímos durante diez años, porque fantaseamos con quién te gustaría ser y de quién te enamorarías. A recordarte la tensión que sentías en el cuerpo cuando Ross y Rachel estaban a esto de darse un beso y así con tantos capítulos más. El viaje al pasado que se plantea el especial también es un viaje al nuestro. Y se arma un triángulo entre Ellos, las anécdotas y el espectador. Se juega un partido a ver quién puede responder o rematar más rápido alguna escena clásica. Está la grabación de la escena del sofá por la escalera y el PIVOT! descerebrado de Ross que hace estallar durante varios minutos a todos. Nunca jamás se grabará una escena tan graciosa con un sillón en TV. Punto. Hay invitados de renombre entre los que están Lady Gaga decorando Smelly Cat con Phoebe, pero casi son interrupciones que alejan al espectador de lo que realmente quiere ver: a Ellos.

Está la grabación de la escena del sofá por la escalera y el PIVOT! descerebrado de Ross que hace estallar durante varios minutos a todos.

Hay lugar para algunas confesiones que alguno de los cinco dijo desconocer, como el amor platónico y nunca concretado entre Jennifer Aniston y David Schwimmer o la sentencia de Matthew Perry contando que sentía náuseas cuando el público presente en las grabaciones no se reía de sus remates y cómo eso se convirtió en una pesadilla de la que no pudo escapar en los diez años que duró el show.

Antes del final se imaginan en qué estarían sus personajes hoy y se juran que no habrá otra reunión pública. Que hasta acá está bien. El ánimo celebratorio queda de lado y definitivamente gana la melancolía de aquel finale de 2004 y de éste final, 17 años después, quizás con el dolor de ya no ser aún habiendo podido soltar hasta esta reunión. Si alguna vez la serie o algunos de sus personajes te atravesó, hay lágrima asegurada. 

Es ese final quizás una advertencia de que el tiempo pasa muy rápido para todos, que las glorias son eternas pero las estrellas no. Incluso cuando seas de las que viven congeladas en el freezer de las plataformas digitales bellos, jóvenes y talentosos para siempre.  

* Conductor de Hagan Correr La Voz por undinamo.com

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