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Columnistas

Pfizer, ¿héroe o villano?

Pfizer

Por Fermín Cañete Alberdi

Desde que se desató la pandemia, las compañías farmacéuticas multinacionales se han vuelto protagonistas de nuestras discusiones cotidianas. En medio de las negociaciones por las vacunas y el debate por la liberación de las patentes, es importante conocer el papel que jugó Pfizer, el laboratorio medicinal líder a nivel mundial, en la historia moderna.

La empresa fue fundada en Nueva York en el año 1849, por dos primos que emigraron desde Alemania: el químico Charles Pfizer y el pastelero Charles Erhart. Comenzó como una compañía química bajo el nombre de “Pfizer Charles and Company” y su primer producto fue un antiparasitario comercializado con el nombre de Santonin. El éxito inmediato en ventas que obtuvo, le permitió lanzar al mercado otros preparados químicos y médicos ampliamente utilizados, como el bórax, el alcanfor y el yodo.

En medio de las negociaciones por las vacunas y el debate por la liberación de las patentes, es importante conocer el papel que jugó Pfizer, el laboratorio medicinal líder a nivel mundial, en la historia moderna.

En la década de 1880 Pfizer comienza a fabricar ácido cítrico, un compuesto utilizado como conservante de alimentos envasados. Este producto será su caballito de batalla y el que lo llevará hasta las puertas de la tecnología que utilizará como plataforma de despegue, guiño del destino mediante.  

Cuando empieza la Primera Guerra Mundial, se interrumpe el suministro de limones que la empresa traía desde Italia para usar como materia prima. Casi al mismo tiempo, en 1917, James Currie y Claudio Colán descubren que el ácido cítrico también es producido por un hongo que fermenta el azúcar.

Pfizer lleva el trabajo de estos científicos a escala industrial y adquiere una importante experiencia en los procesos de fermentación que le será de gran ayuda para la producción masiva de su próximo producto estrella. Para esto, utiliza un nuevo hallazgo que no fue patentado, ya que Alexander Flemming lo observó en su laboratorio en 1928, pero no tuvo aplicación práctica hasta que Florey y Hartley lo optimizaron en 1941: la producción de penicilina utilizando un hongo del género Penicillinum

A partir de la Segunda Guerra Mundial y de la fabricación de este antibiótico en inmensas cantidades, empieza el proceso de transición en el que deja de ser una compañía química para convertirse en una farmacéutica reconocida internacionalmente. Al no estar protegida, el precio de la penicilina cayó rápidamente y Pfizer tuvo que buscar nuevos productos que fuesen más rentables. Este fue el comienzo de su largo camino en la investigación de potenciales fármacos

En la segunda mitad del siglo XX la empresa comienza a acumular la propiedad intelectual en la que se sustenta su poder económico. Entre las moléculas más comercializadas que descubre y patenta, se encuentra otro antibiótico (la oxitetraciclina en 1950), un analgésico (el Piroxicam en 1980) y un medicamento para la disfunción eréctil (Sildenafil en 1998), conocido como Viagra

En la segunda mitad del siglo XX la empresa comienza a acumular la propiedad intelectual en la que se sustenta su poder económico.

Ya en el siglo XXI Pfizer protagoniza varias controversias. En 2003 debe pagar 420 millones de dólares para detener un proceso judicial en el que se la acusa de incentivar a los médicos a recetar gabapentina -un medicamento indicado para la epilepsia- a pacientes sin esa condición. Al año siguiente anuncia que el celecoxib -uno de sus analgésicos modernos- duplica el riesgo de sufrir ataques cardíacos, pero no lo retira del mercado porque le quedaban muchos años de patente. Otras farmacéuticas como Merck sí lo hacen con los análogos de la misma familia que produjeron aquel efecto adverso.  

En 2019, se filtra a la prensa que la compañía ignoró un estudio retrospectivo realizado por sus investigadores que sugiere que el Etanercept -utilizado para la artritis reumatoide- detendría la progresión del Alzheimer (64% de los pacientes). Como no contaba con la patente exclusiva para este producto, no solo decidió abandonar la investigación, sino que prohibió que el estudio se haga pública.

El presidente estadounidense Joe Biden visita una planta de Pfizer.

En 2020 Pfizer se interesa en un desarrollo de la empresa alemana BioNtech y decide asociarse con esta para llevar al mercado una vacuna para la COVID-19. En el momento que aparecieron los primeros casos en China, BioNtech se encontraba trabajando en tratamientos para el cáncer con la tecnología del ARNm y se da cuenta de que la misma podría servir para la inmunización contra el flamante virus. 

Entre ambas compañías obtienen en tiempo récord una vacuna eficiente y con una estrategia nunca antes utilizada, ya que no existen otras en el mercado que utilicen directamente material genético como vehículo para desencadenar la respuesta del cuerpo. Por esta razón es que tiene exigencias tan extremas respecto de las demandas por efectos secundarios cuando negocia contratos con los gobiernos. Hasta el momento, es la segunda vacuna más administrada en todo el mundo.

Con BioNtech obtuvieron en tiempo récord una vacuna eficiente. No existen otras en el mercado que utilicen directamente material genético para desencadenar la respuesta del cuerpo. Por eso tiene exigencias tan extremas respecto de las demandas por efectos secundarios cuando negocia contratos con los gobiernos.

Por lo visto, hay mucha gente que considera que la trayectoria de Pfizer es una buena razón para depositarle su confianza. Lo cierto es que solo se puede esperar de una compañía farmacéutica, así como de cualquier otra, que tenga como único fin ganar la mayor cantidad de dinero que le sea posible. 

Por eso, cabe plantearnos si las arcaicas leyes de patentes, así como están, sirven efectivamente para la protección de las investigaciones y el desarrollo de la sociedad o bien promueven la acumulación de poder por parte de las multinacionales y el sometimiento de los estados.