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Columnistas

Gordofobia, cuerpos y pandemia. Por Jesica Lavia

Por Jesica Lavia *

La pandemia por Covid 19 desestabilizó muchas cosas. Cambió muchas cosas. Y, entre ellas, no quedó exento nuestro cuerpo, nuestra relación con nuestra imagen corporal y cómo nos alimentamos.

Pensemos la pandemia en distintos momentos. Lo primero fue la incertidumbre de estar frente a un virus desconocido, por supuesto, generó miedo, inseguridad y estrés.

Si pensamos en algo puntual relacionado con la alimentación podríamos nombrar el boom de la masa madre. Todos y todas cocinando, de alguna manera refugiándonos en la cocina de nuestros hogares (quienes somos privilegiados en un país en el que casi la mitad de la población está bajo la línea de pobreza, pero eso será tema para otra columna)

Ese boom por cocinar despertó un segundo momento, el que nos puso de frente a algo que nadie quiere aceptar ni ver pero que está ahí: la gordofobia social de la que formamos parte. Un sin fin de memes y chistes sobre engordar en cuarentena. Muchísima preocupación por engordar en cuarentena. El drama de engordar en cuarentena.

Nos estábamos enfrentando a un virus mortal del que poco sabíamos y aún así, el mayor miedo para muchos y muchas resultó ser los kilos que se podían subir en ese contexto. Y ojo, no estamos hablando de más de un año de pandemia, estamos hablando de esos primeros meses, de la obsesión que tiene nuestra cultura con los cuerpos flacos. Incluso, hablamos de la idea errónea de asociar cualquier cuerpo flaco a un cuerpo saludable. Estamos hablando de la oda a la delgadez y de cómo los estereotipos de belleza afectan nuestra salud psíquica y por ende, nuestra salud integral.   

Nos estábamos enfrentando a un virus mortal del que poco sabíamos y aún así, el mayor miedo para muchos y muchas resultó ser los kilos que se podían subir en ese contexto.

Por supuesto que no tardó en llegar la encuesta sobre cuánto engordamos en 3 meses de cuarentena. Todo el foco puesto siempre en el peso. Pocos profesionales en los medios de comunicación y en las redes sociales recogieron el guante y hablaron de la importancia de cuidar nuestra salud mental en un contexto tan estresante, de los beneficios que podía representar para la salud física el volver a la comida casera, a la comida real. Pocos aprovecharon el espacio para hablar de cómo desde la alimentación saludable podríamos reforzar nuestro sistema inmunológico que nos necesitaba, y nos necesita, más fuertes que nunca. Y sin embargo, de lo que sí se encargaron muchos fue de sumarnos e instalarnos bien fuerte la preocupación de engordar un par de kilos en cuarentena. Y ojo que no me refiero a una suba fuerte de peso en poco tiempo que puede ser perjudicial para la salud, por ejemplo, provocando un pico de presión arterial o de glucemia. Me refiero a la obsesión que nuestra sociedad tiene con el número de la balanza.  

Después del invierno, con el correr de los días, de las semanas, los casos positivos no aflojaron sino que aumentaron, pero ya empezamos a asimilarlo, había más información, muchas vacunas en desarrollo y todos y todas empezamos a adaptarnos a esta nueva realidad. Entonces llegó septiembre y empezamos a usar la ropa de verano, la que usábamos antes de que todo esto suceda. Empezamos a retomar actividades y a volver a la presencialidad en muchos espacios. Y nos expusimos nuevamente a la mirada del otro y en muchos casos, a la ropa que decía que ya no estamos igual que en marzo. Y ahí otra vez la salud mental expuesta. 

Luego, el verano. Esos meses de calma previos al huracán de la segunda ola. Donde todos y todas estábamos bastante acostumbrados a esta nueva normalidad. Por supuesto que el cuerpo y la alimentación siguieron siendo tema central, pero nada que nos sorprenda teniendo en cuenta que el verano es la estación del año por excelencia que promueve las dietas restrictivas y la importancia de la delgadez, como ninguna otra. 

Y acá, ahora, otra vez de cara al invierno y en plena segunda ola, me detengo a pensar. ¿Qué pasa con nuestra imagen corporal con todos esos mandatos, con la mirada del otro que también vive y reproduce esta cultura gordofóbica. Una mirada que durante muchos meses no tuvimos y en cambio sí tuvimos muchas fotos y videos en línea llenas de filtros y photoshop? ¿Qué pasa con todos esos memes y chistes, todos esos comentarios que violentan, discriminan, estigmatizan, lastiman y enferman a un montón de personas?

Hoy, a pesar de algunas restricciones, pudimos retomar hábitos saludables como realizar actividad física. Dejamos de hacer masa madre, empezamos a salir a caminar o a andar en bici, ya sea para ejercitarnos, porque necesitamos un poco de aire libre o porque es más seguro que usar el transporte público. Por lo que sea. No vi tantas noticias sobre el boom de las bicis y las caminatas. Tampoco vi encuestas al respecto. Como sí sucedió durante los primeros meses de la pandemia con respecto a subir de peso.

Y con todo esto hablado y pensado de una forma más global, nos invito a revisar qué nos pasó a cada uno individualmente. Qué pasa con todos estos mandatos, con toda la presión sociocultural, con la idea de que si sos flaco sos sano, que engordar es algo malo y lo peor que nos podría pasar, aún estando en medio de una pandemia que se está llevando la vida de un montón de personas.

* Licenciada en Nutrición: MN4824 MP857. Co autora del libro Pese Lo Que Pese, creadora de las galletitas saludables Alunt.