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Columnistas

Bendita TV cuestiona, Feminacida responde: el humor estereotipado es violencia

Listorti Julieta Díaz

José María Listorti enciende la licuadora mientras su compañera le hace un comentario sobre la educación de sus hijxs y los “chats de mamis” del colegio. La acción deja de ser ingenua a partir del guiño a la audiencia: la prende para no escucharla. Un “chiste” que refuerza el típico estereotipo de la “jabru”, de la esposa insoportable. Desde Feminacida alertamos sobre este contenido “humorístico” ya que contribuye a la reproducción de violencias y se encendió el debate en las redes sociales, pero los grandes medios corrieron el foco de la crítica. De vuelta, dos mujeres en el centro de la escena por una discusión.

Entonces, nos preguntamos, ¿cómo llegan nuestras voces al prime time? ¿Por qué, otra vez, el foco está puesto en el cruce entre dos mujeres y no en la violencia simbólica que se advierte en un sketch?

Una respuesta con perspectiva feminista

“Listorti hizo un video y el feminismo lo mató”, titularon este lunes en un informe en Bendita TV. El programa que conduce Beto Casella dedicó un bloque entero a desestimar el señalamiento contra ese tipo de “humor”. Según el conductor y lxs panelistas, algunas “chicas feministas” exageramos, “damos clases”, nos enojamos y tenemos poco sentido del humor.

“Hay una policía de la corrección política del feminismo exacerbado, del feminismo palermitano que no tiene el mínimo olfato popular, que persigue a quien haya cometido una pequeña incorrección, que agobia”, resumió Casella.

Ahora bien, ¿qué decirle, nosotras, comunicadoras, docentes, militantes del campo popular y conocedoras de las lógicas mediáticas y patriarcales que legitiman las violencias a este conductor de televisión que dice que se asume feminista hace más de 30 años?

En principio, le decimos que todo chiste tiene una intencionalidad política y que el humor que estereotipa ya no causa gracia. La Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Nº 26.485) avala esta afirmación: allí se establece que la violencia simbólica es la que a través de “patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos” transmite y reproduce dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad.

“Está bárbaro que esté instaladísimo el tema desde hace rato y no se baje nunca acerca de la reivindicación de la mujer. Pero a veces hay actos que banalizan el justísimo reclamo”, introdujo Casella, a quien le pareció un análisis “fuera de lugar”, y dio pase al clip en el cual la pareja representa una “situación cotidiana”. Justamente, es en nuestras cotidianidades donde la violencia simbólica se cristaliza mediante la legitimación de los consumos culturales.

Entonces, si una canción, una serie, una publicidad, una película o un reel de Instagram construyen sentido, ¿qué sucede si, además, refuerzan estereotipos de género socialmente construidos? ¿Y si luego se traducen en formas más graves de violencias?

“Tu humor de hace 20 años le hace falta al país!!!”, reza un comentario en el video original que fue publicado en el perfil de Listorti. En la misma línea, la abogada Alejandra Maglietti planteó en Bendita TV que las feministas no pusimos en contexto el sketch de la pareja que "siempre juega con eso" y que “ya no nos podemos reír de nada”.

Se ve que a la panelista también le falta el contexto: los femicidios son considerados la punta del iceberg porque constituyen las violencias que se ven, en cambio, la simbólica es del tipo de las que pasan desapercibidas. Pero son parte de prácticas estructurales y patriarcales más amplias, cuya expresión máxima y cruda son los femicidios. De acuerdo al último informe del Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano” dirigido por “La Casa del Encuentro”, hubo 92 asesinatos a mujeres por motivos de género, 5 transfemicidios y 7 femicidios vinculados de varones adultos y niños entre el 1° de enero y el 30 de abril. Esto se traduce en 103 hijxs que se quedaron sin madre, de los cuales el 63 por ciento son menores de edad.

iceberg¿Cuál sería el escenario para suscitar el debate si los medios, en lugar de publicar un sinfín de titulares apuntando contra Julieta Díaz o Mónica González, que lo único que hacen es volver a enfrentar a dos mujeres y reducir la discusión a un plano superficial, aprovecharan esta oportunidad para revisar los cimientos de ese aclamado “humor popular”, marcado por ideas, prejuicios y estereotipos patriarcales? ¿Es a nosotras que nos falta contexto? ¿O será que estos “chistes” ya no caben en un presente teñido por la lucha feminista y con sentidos en disputa?

Algunas conclusiones

Desde los propios debates al interior de los movimientos feministas, la idea de “micromachismos” está actualmente en revisión. ¿Por qué? Porque son estas acciones, prácticas y hábitos los que sedimentan y legitiman un sistema que nos ridiculiza y nos violenta.

Si vamos a lamentarnos cada vez que escuchamos sobre una situación de violencia contra una mujer, una denuncia por acoso laboral, un abuso sexual o un femicidio, tendríamos que preguntarnos también cuáles son las raíces que configuran nuestra sociedad y la tornan profundamente machista.

Que durante gran parte de la historia se haya internalizado esta forma de hacer y consumir humor no nos exime de la responsabilidad de repensar estos discursos desde una mirada crítica. Muy por el contrario, reivindicarse feminista implica el ejercicio de desarmarlos y promover otro tipo de lógicas.

Quienes trabajan en los medios de alcance masivo tienen la responsabilidad de comprender las discusiones de su tiempo, porque ocupan un rol clave como formadores de opinión. Por eso, es necesario que, así como se capacitan en Ley Micaela los tres poderes del Estado, también lo hagan quienes se encuentran al frente de un programa en la franja horaria más vista de la televisión argentina.

Que nos tilden de exageradas, ridículas y locas no es ninguna novedad, lo novedoso sería que la televisión y sus personajes puedan crear contenidos libres de estigmatización y revictimización. ¿O será que se les terminaron las ideas? ¿Será que no pueden pensar chistes que no nos violenten? ¿Será que a nosotras nos falta humor? ¿O que a ellxs les falta perspectiva de género? No es un mero capricho. No perdimos la sensibilidad ni la capacidad de reírnos. No es humor, es violencia.

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