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Columnistas

El escándalo Arjona

Ricardo Arjona

Por Manuel Sierra

Todo hubiera pasado desapercibido, pero, aparentemente, alguien pensó que era bueno dar a conocer a dónde van a parar los dineros de los sacrificados contribuyentes autóctonos cuando de promoción turística se trata.

Tal es así, que un reconocido periodista, que expresa su ideología opositora a la administración Fernández en cada opinión que emite, prendió la mecha al mostrar, en cámara de LN+, el documento que autorizaba la contratación directa del auspicio de un recital en una plataforma de streaming del artista oriundo de Guatemala, Ricardo Arjona.

¿En cuánto? Una ganga, solamente U$S 100.000 por única vez. Mucha plata, ¿no?

¿Cuánto se imagina, caro lector, que podrían hacer con ese dinero en sus bolsillos los desempleados del sector turístico?

Según consta en la documentación presentada, la contratación se realizó a través del Instituto Nacional de Promoción Turística, ente dependiente del Ministerio de Turismo y Deportes, cuyo secretario ejecutivo es Ricardo Sosa y su presidente es el propio ministro Matías Lammens.

Como decíamos al comienzo, en tiempos pre-pandemia una contratación de este tipo hubiera pasado desapercibida para el ciudadano común, pero en este contexto del bicho asesino nada pasa inadvertido. Es más, se buscan este tipo de errores para profundizar la grieta, y de ambos lados.

A pesar de que la operación se realizó con todos los formalismos de la ley argentina, es imposible justificar la promoción de nuestro país en tiempos de coronavirus, sobre todo cuando tiene sus fronteras cerradas. Sin embargo, hay argumentos para todo.

No se entiende que la compra de este servicio no esencial se haya realizado en momentos tan difíciles para aquellos vinculados a la actividad turística. Hasta parece una broma de mal gusto.

La acción de dilapidar tanto dinero, que bien podría ayudar a la mano de obra empobrecida de nuestro sector, no parece reconocer la crisis que está atravesando el turismo. Pero bueno, son los funcionarios que tenemos y sus contradicciones.

Cualquiera que conozca cómo se desarrolla el movimiento turístico en la actualidad en el mundo, sabe que los turistas hoy viajan a destinos de cercanías, igual a lo que sucede en nuestro país, donde se refuerza el turismo interno para darle sustentabilidad al sector.

Para colmo de males, si uno comienza a profundizar en el modelo de compra del servicio contratado, el proveedor oferente y la forma de pago en divisa, la sensación de inconsistencia en la contratación deja mucho para explicar. O no.

Y como si esto no fuera suficiente, el sector privado, que conforma la mesa directiva del Instituto Nacional de Promoción Turística, no fue advertido de la compra del auspicio de un recital vía streaming del cantante que les canta a las mujeres de las cuatro décadas; provocando un malestar interno que lejos está de los buenos términos en los que siempre se manejaron con el sector público. Aunque es posible que esto no se quiera reconocer, las paredes del ministerio no solo escuchan, también hablan.

Sin solución de continuidad, los gobiernos que pasaron y los que vendrán usaron y usarán al turismo como moneda de cambio para devolver favores políticos. Esto tampoco es fácil de reconocer y mucho menos de comprobar.

No sabemos si este sería el caso, y preservaremos el principio de que todos somos inocentes hasta que se pruebe lo contrario, pero nos asalta el sentimiento de que hay mucho ruido en la línea, y en ese caso se deberá buscar a quien, con la divulgación del hecho, se quería perjudicar y por qué.

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