Esta ave de tan solo ocho gramos, proveniente de los Esteros del Iberá, tiene cautivados a investigadores de todo el mundo. Es un caso de estudio muy particular para investigar cómo funciona la formación de especies.

Resulta que, usualmente, las especies se forman a partir de algunos individuos de una población quedan aislados o separados del resto por ríos, montañas o algún tipo de barrera física. Con el correr del tiempo, el grupo aislado empieza a divergir en cuanto a comportamiento, rasgo y hasta en su genética.

En el caso del capuchino Iberá (Sporophila iberaensis) no existió esa barrera física e igualmente surgió otra especie, en lo que se llama especiación paralela o simpátrica. Se trata de un proceso muy poco común. Un estudio de la revista Science, demostró que el capuchino Iberá y el canela tienen genomas similares y la capacidad de formar híbridos, pero ambas especies se mantienen aisladas. A la hora de buscar pareja, los individuos de las dos clases de ave pueden distinguir de qué especie se trata a partir del plumaje y del canto de los machos. En el caso de las hembras, para los investigadores fue imposible reconocer de qué especie era cada una.

Entre otras instituciones el estudio contó con el apoyo económico de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación y el Conicet de Argentina, la Fundación de Apoyo a la Investigación del Estado de San Pablo (FAPESP) en Brasil, y la Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos.

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La primera vez que se habló entre científicos de esta particular ave fue recién en el 2016. Los Sporophilason pájaros cantores que se pueden encontrar en América del Sur. Se alimenta de semillas que solo crecen en los pastizales del noreste argentino.